Paradise Orchestra Para no perdérselos

Auténticos superfiguras en Japón, su país natal, a este numeroso combo con veintitrés álbumes a sus espaldas en apenas quince años de carrera, acostumbrado a llenar ante audiencias de miles de personas en los míticos Budokán y Yokohama Arena, que ha sido invitado a acompañar a los legendarios Skatallites en una de sus últimas giras por EE UU y que ha triunfado en festivales de reconocido prestigio, como el de Glastonbury, no le duelen prendas a la hora de cogerse un autocar y recorrerse el mundo entero para presentarse en pequeñas salas. En Madrid se dejaron caer por la Sala Caracol, recuperada para la música en vivo por enésima vez de los vaivenes a los que le somete la Administración local, y llenaron todo su aforo, dejando a otras 500 personas a las puertas.

Tanto interés estaba plenamente justificado, porque, pese a no ser demasiado conocidos en España, Tokyo Ska Paradise Orchestra -también conocidos como Ska-Para- son un irresistible grupo con clase, estilo, elegancia y marcha, de los que no dejan ningún pie sin moverse allá donde actúan. Ataviados con chaquetas de brillante color azul, la banda cumple a la perfección la primera ley del género: aquel que no está tocando debe animar al respetable. El resultado era de traca: 10 músicos atacando bravamente temas de ska y rock steady, pasados por el estilo del sello Two Tone y adornados de jazz, con su poquito de tropicalia, su mucho de síncopa y todo para cuajar como una de las músicas de baile más irresistibles del mundo. Gran sección de vientos, llena de frases imaginativas y de diálogos entre los instrumentos. Pero es que por lo fino también podían dar lecciones a cualquiera. Memorable fue su interpretación a tiempo de reggae templado del clásico de Burt Bacharach The look of love.

Al final de su actuación tuvieron que salir otras dos veces para satisfacer a un público que retó con su calor a cualquier aire acondicionado y que podía haber estado toda la noche bailando a los sones de Tokyo Ska Paradise Orchestra, grupo del que conviene recordar el nombre por si este verano actúa cerca de donde uno pasa las vacaciones. Porque es para no perdérselo.