La FIA evita el choque frontal
Aplazada hasta septiembre la decisión sobre los equipos que no corrieron en Indianápolis
La Federación Internacional de Automovilismo (FIA) dio marcha atrás ayer en su carrera de amenazas contra las siete escuderías que calzan neumáticos Michelin y que el 19 de junio se negaron a tomar la salida en el GP de EE UU, en el circuito de Indianápolis, aplazando las posibles sanciones hasta la reunión del Consejo Mundial de este organismo que tendrá lugar el 14 de septiembre. Max Mosley, el presidente de la FIA, se asegura así una temporada sin más sobresaltos y evita el más que probable boicot de los grandes constructores automovilísticos si, como anunciaba estos últimos días, se hubiera "castigado" a los rebeldes.
Mosley cargó toda la culpa de lo ocurrido al fabricante de neumáticos Michelin, y se pronunció en términos paternalistas respecto a las siete escuderías rebeldes -que amenazan con organizar un campeonato de F-1 al margen de la FIA en 2008- asegurando que habían tenido una actitud "constructiva" durante la reunión. Mosley aseguró que el Consejo Mundial había reconocido "que las escuderías querían correr" en Indianápolis. "La falta fue de Michelin", añadió; "espero que los equipos se aseguren en sus contratos con Michelin que nunca más les pueda suceder algo así. Si lo consiguen, nuestra actitud será más benévola".
Mosley cargó las culpas sobre Michelin y fue paternalista con las siete escuderías rebeldes
El Consejo Mundial de la FIA, compuesto por 23 miembros, escuchó las explicaciones de los representantes de los siete equipos que no corrieron en Indianápolis: Flavio Briatore, de Renault; Ron Dennis, de McLaren; Frank Williams, de Williams; Nick Fry, de Bar-Honda; Peter Sauber, de Sauber; Christian Horner, de Red Bull y Tsutomu Tomita, de Toyota, y decidió declarar a las escuderías "culpables" de dos de los cinco cargos de los que se les acusaba. Según la FIA, los siete equipos calzados con Michelin son culpables de "no haberse asegurado de disponer de los neumáticos convenientes para la carrera" y de "no haber permitido a sus coches que tomaran la salida". Por el contrario, no son culpables de haberse negado a que sus coches tomaran la salida respetando límites de velocidad, de haberse asociado para organizar una manifestación contra la F-1 ni de no haber advertido a los comisarios de carrera de su intención de no disputar la carrera.
El Consejo decidió también que en la reunión de septiembre se examinarán las medidas que se hayan tomado para compensar a los frustrados espectadores del GP de EE UU y para reparar el daño hecho al circuito de Indianápolis, un enunciado que no hacía más que reconocer lo que ya había puesto sobre la mesa el martes la propia Michelin anunciando que reembolsará el dinero de las 120.000 entradas vendidas. De hecho, la federación no puede actuar más que contra los equipos y los pilotos, no contra un proveedor de neumáticos como Michelin.
Todas las escuderías, menos Red Bull, anunciaron que recurrirán la decisión, una cuestión que parece meramente formal, pero que jurídicamente puede tener el valor de cerrar la puerta a cualquier decisión sobre el mismo asunto que pueda permitir a Mosley obtener ventaja en la guerra por el control del negocio que está detrás de todo este asunto. Michelin, por su parte, reaccionó con el mismo argumento que le llevó a aconsejar a sus coches que no corrieran.
Pierre Dupasquier, director de competición de Michelin, insistió en que se hizo lo adecuado en Indianápolis. Reconoció el error de llevar unos neumáticos que por "razones puntuales específicas de esa pista" no podían correr. Dupasquier respondió indirectamente a Mosley asegurando que no cree que una posible sanción de la FIA a sus equipos les haga perder la confianza en Michelin. "Hemos ganado los seis primeros Grandes Premios de esta temporada y muchos de los equipos trabajan con nosotros desde hace más de 30 años. La confianza en Michelín no está en peligro", aseguró.
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