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LA PEOR SEQUÍA EN MEDIO SIGLO

La población leridana de Corça, a 500 metros del pantano de Canelles, tiene el agua restringida

Àger vive problemas en verano por la sequía, y en invierno porque se hielan las conducciones

La sequía está provocando situaciones muy curiosas en el territorio catalán, pero lo que ocurre en Corça, pequeño núcleo agregado de Àger (Noguera), supera el sarcasmo. Sus habitantes padecen desde hace meses serias restricciones de agua potable a pesar de que el casco urbano se encuentra escasamente a medio kilómetro en línea recta del pantano de Canelles, uno de los más grandes de España. Con la llegada de los veraneantes, que triplicarán la población actual, el problema se agravará. El Ayuntamiento tiene obras en proyecto para resolver la situación.

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Francesc Monleón, propietario del único restaurante de Corça, vive permanentemente con la incertidumbre de saber si al día siguiente tendrá agua para cocinar. Desde la ventana de su cocina puede divisar con nitidez el pantano, pero hoy por el grifo sólo sale un fino hilo de agua. "Llevo seis meses de sufrimiento diario. En invierno porque se helaban las conducciones y ahora porque llega poca agua al depósito. Si se seca el manantial y no llueve en las próximas semanas, la veintena de personas que vivimos en el pueblo lo vamos a pasar muy mal", afirma.

Corça tiene el privilegio de hallarse al pie de la sierra del Montsec, una estribación en la que antiguamente abundaban las fuentes. Muchas se han secado por la falta de precipitaciones. Otras, como la que abastece de agua potable a Corça, han visto reducidos sus caudales. Hace unos meses Monleón tuvo que instalar una cuba junto a su restaurante para tener agua en los aseos. Ahora sólo trabaja los fines de semana, pero en agosto quiere abrir el local cada día. "¿Tendré agua?", se pregunta.

En julio empezarán a llegar los veraneantes y el consumo aumentará. Los vecinos saben que tienen que ahorrar agua mientras haya restricciones. Por ello han decidido cerrar la fuente pública que hay en la entrada del pueblo y regar con menor frecuencia los huertos.

Hace cuatro años Monleón cambió la comodidad de la ciudad por la belleza y placidez de este rincón de la Noguera del que su esposa es oriunda. La pareja renunció a dos buenos sueldos (él dirigía una fábrica en Granollers con 130 empleados y ella tenía un cargo administrativo) para tener una vida más sana y tranquila. "Antes", explica, "no tenía problemas de dinero, pero ahora con menos medios soy más feliz. No lo cambiaría por nada. La escasez de agua es nuestro principal problema".

Monleón denuncia que las conducciones de goma que transportan el agua desde la fuente del Montsec hasta el depósito público son muy antiguas, no están soterradas y sufren pérdidas por las juntas. Las tuberías, además, están expuestas a la acción de cualquier desaprensivo, que podría cortarlas o desconectarlas con suma facilidad. Cada dos días, Monleón va al depósito para comprobar que entra agua. "La solución es más sencilla de lo que se cree", señala. "Sólo se requiere una pequeña inversión para mejorar las condiciones de la captación actual, sustituir las conducciones y ampliar la capacidad del depósito para poder tener más reservas".

El Ayuntamiento de Àger tiene encima de la mesa un proyecto que puede acabar con las restricciones de agua. Se trata de construir un pozo de 30 o 40 metros de profundidad en la zona de El Molinell, junto al pantano de Canelles, para abastecer a Corça y al resto de poblaciones del valle. La Agencia Catalana del Agua se pronunciará en breve sobre esta obra, que tiene un presupuesto de 1.600.000 euros. "Si se aprobara este proyecto, se solucionaría el problema para siempre, ya que tendríamos agua para una población de 5.000 personas", afirma el alcalde convergente, Jordi Sentenach.

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