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Reportaje:

La sonrisa de Chernóbil

250 niños ucranios, vecinos de la central nuclear, pasan el verano en España

Ana Carbajosa

Una marea de pequeños ucranios inundó ayer el aeropuerto de Kiev. Son los niños de Chernóbil, listos para disfrutar de dos meses de verano en casas de familias de acogida españolas. Acuden a su cita anual nerviosos y con la sonrisa en la boca. Algunos no saben qué se van a encontrar. Otros repiten experiencia y chapurrean algo de castellano. "Voy a España, a la playa y a la piscina", dice Alina, una niña con el pelo quebradizo y una maleta demasiado grande para su cuerpo de 6 años, que este año viaja a Guadalajara.

En total suman 250, parte de los 2.400 que este año viajarán a España para pasar las vacaciones escolares. Los menos -12 en este grupo- proceden del orfanato de Ivankok, a unos 50 kilómetros de la central nuclear de Chernóbil y en el corazón de la zona contaminada en 1986 por el mayor accidente nuclear de la historia. Las familias esperan que la estancia en España se traduzca en una inyección de defensas para los pequeños. "Allí están mucho mejor. El año pasado, cuando Alina volvió había engordado mucho. En cuanto llega a Ucrania adelgaza otra vez", explica Gala, la madre de Alina, que tras pasar por prisión se vio privada de la custodia de sus dos hijas menores, que ahora viven en el orfanato.

El accidente nuclear de 1986 dejó siete millones de afectados, además de las 8.000 personas que murieron

Todos tienen la certeza de que el viaje será beneficioso para la salud de los niños. "Los menores aquí se constipan ocho veces más que los adultos", asegura Serguiy Vasylyev, director del hospital de Ivankok, quien también envía a sus hijos a España este verano. Los datos del Ayuntamiento de esta ciudad de 11.500 habitantes no dejan lugar a dudas: el 68,2% de los niños en edad escolar tiene problemas de salud. "Pensamos que la radiactividad afecta más a los niños porque son más bajitos y están más cerca del polvo radiactivo que emana de la tierra. La mala alimentación y las condiciones higiénicas en las casas se encargan del resto", apunta Vasylyev. En el hospital han llegado a la conclusión de que la mayoría de los alimentos que se cultivan en la zona se pueden comer sin problemas, excepto la caza y las setas, que desbordan los niveles de radiación permitidos. Aun así, toda la comida que dan a los pacientes viene de fuera de la zona contaminada.

Una treintena de asociaciones llevan y traen cada año a los niños de Chernóbil a España. Empezaron en 1995 y desde entonces el programa no ha dejado de crecer, según datos de la Embajada de España en Kiev. A los niños que vienen de Ucrania hay que sumarles unos 6.000 que viajan desde Moscú, también afectados por la catástrofe nuclear, que ha dejado siete millones de afectados, además de las 8.000 personas que murieron en los días posteriores al 26 de abril de 1986 y de las 500.000 personas que la OMS calcula que van a morir por las consecuencias a largo plazo. Los niños, además de a España, vuelan a Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos para sanarse. En Cuba reciben tratamiento médico específico que les proporciona el Gobierno de la isla.

Para la legación española, estos proyectos ofrecen una oportunidad única para fortalecer la relación entre los dos países, explica Josep Adrià, jefe de visados de la Embajada. Su única cautela es que estos viajes encierren reagrupaciones familiares encubiertas. Para evitar problemas, se exige a las familias españolas el compromiso de no adoptar a los niños acogidos.

Para la mayoría de las familias españolas es una experiencia única, según Rosario González, ama de casa de 61 años y presidenta de Afan, la asociación que ayer embarcó a 250 niños. Explica que los españoles que acogen a un menor "lo que quieren es ayudar a los niños para que su sangre se renueve y darles más años de vida, que puedan comer de todo".Algunos padres españoles esperaban anoche a los chavales en el aeropuerto de Barajas. "Estos niños dan muchas satisfacciones, lo malo es que dos meses se pasan enseguida", dice uno de ellos.

Un grupo de niños de Chernóbil, en el aeropuerto de Kiev.
Un grupo de niños de Chernóbil, en el aeropuerto de Kiev.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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