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Reportaje:

El día que Fray Escoba recuperó su sede

Una asociación juvenil recupera, con la intervención de un juez, los locales que el cura les había cerrado

Cuando el agente judicial abrió la puerta del local de la parroquia sólo hizo un comentario: "De los 4.000 alzamientos judiciales que llevo en mi vida, es el primero que hago contra una iglesia". Junto a él, en la puerta de San Martín de Porres, en la UVA de Hortaleza, dos municipales, una procuradora, un cura con su abogada y 15 vecinos que aplaudieron la apertura. También hubo alguna lágrima emocionada que no pudo contenerse por los recuerdos acumulados.

El miércoles 22, después de dos años de litigios judiciales, los miembros de la asociación juvenil Fray Escoba recuperaron los locales donde está la sede de su organización desde hace más de 15 años. Llevaban dos años sin poder entrar en las dependencias de la entidad, que están en los bajos de la parroquia, porque el nuevo cura cambió las cerraduras de la puertas.

El arzobispado ha empezado un nuevo trámite judicial para desahuciarles

Según la representante legal del sacerdote, Carolina Herrero "la relación que antes tenía la asociación con la parroquia ahora no existe. No se comparten los mismos principios y la manera de actuar de este grupo no está en la actual línea parroquial". Para Ignacio Cavero, miembro de Fray Escoba, el problema está en que "el actual cura quiere que los locales se dediquen exclusivamente a usos religiosos y no a actividades de tiempo libre con los chavales".

La asociación de inspiración cristiana, aunque laica, nació con el auspicio del anterior párroco cuando varios jóvenes del barrio de la UVA de Hortaleza - un barrio constituido a base de realojos- junto con el párroco del momento, decidieron crear un grupo que diera alternativas a los chavales de la zona. "Queríamos encarrilarles, evitar que cayeran en la droga", explica Cavero.

En los años 80 la heroína hacía estragos en el barrio y caer en la delincuencia era una tentanción constante en un entorno difícil. Fray Escoba ofrecía a los jóvenes apoyo al estudio, talleres de manualidades, juegos, competiciones deportivas, actividades de ocio y tiempo libre... En 1995 incluso obtuvieron la concesión de un Centro de Día de Atención a Infancia. El grupo se instituyó como asociación independiente para poder acceder a las subvenciones municipales y regionales y las lleva recibiendo desde entonces, aunque han estado en peligro por la falta de una sede en condiciones.

El nuevo cura, Juan Antonio Navarro, de orientación neocatecumenal, no estaba muy de acurdo con la manera de trabajar de la asociación. "Primero nos tanteó, incluso se vino al campamento que organizamos el primer año, pero no le gustaba cómo trabajábamos e incluso solicitó al servicio jurísdico del arzobispado que modificara el domicilio fiscal de Fray Escoba, que estaba en la casa del cura".

La tensión fue creciendo hasta que hace casi dos años, en septiembre de 2003, solicitó a los miembros de la asociación que sacaran sus cosas para pintar los locales. Cuando intentaron entrar de nuevo, el párroco había cambiado la cerradura.

Los Fray Escoba se pusieron entonces en movimiento y siguieron realizando las actividades con cerca de 100 chavales del barrio en precario. Primero en locales de otras entidades y luego en la calle. "Intentamos reunirnos varias veces con el párroco y no lo conseguimos, así que le hicimos saber que nosotros también nos queríamos ir pero que estábamos buscando un nuevo local", explican desde la asociación. Luego llegaron las movilizaciones y los juicios. "Hubiera sido todo más fácil si lo hubieran querido resolver hablando, pero han preferido la vía judicial...¡Pues adelante!", asegura Cavero.

Los locales en litigio son dos bajos. Están a la sombra de una enorme torre de vigilancia, emblema del barrio, a la que el nuevo sacerdote ha convertido en pseudo campanario con varios crucifijos. Uno de los ellos con una sóla estancia era la antigua sala de juegos donde estaba la mesa de ping pong y el futbolín. También hizo las veces de salón de celebraciones para importantes fiestas, como la boda de dos integrantes de la asociación o las comuniones de los hijos de otro miembro del grupo.

El otro bajo, tiene cinco salas, entre ellas una biblioteca y una que se ha transformado en almacén. Allí, entre trastos, ropa vieja y material de acampada, las paredes son testigos de lo que un día fue la asociación: un totem indio y en la pared, restos de un mural infantil con un unicornio. "Antes todas las paredes estaban pintadas por los niños. Una sala era un castillo, otra un bosque... Cuando llegó el nuevo párroco ñas pintó de blando y puso un crucifijo en cada sala. No sé yo si es la mejor manera de atraer a los niños a hacer talleres", explica otra integrante del grupo.

La propiedad de ambos bajos es de la parroquia, pero antaño, cuando aún estaba el anterior sacerdote, ésta cedió su uso Fran Escoba para que realizaran activiades educativas, talleres, deportes... "Así conseguimos que los chicos, al salir de catequesis tuvieran un sitio donde ir, estar con educadores, sin tener que andar por la calle", recuerda Carmen Bengoechea, anterior directora d ela asociación.

Pero esta sólo es la primera batalla judicial y los Fray Escoba lo saben. "Ha quedado demostrado judicialmente que usábamos los locales sin perjudicar a la parroquia. Denunciamos al párroco por interrumpir la posesión pacífica de los mismos y hemos ganado", aseguró el abogado de la asociación. Sin embargo, la victoria no es definitiva.

El arzobispado ha emprendido un nuevo trámite judicial para desahuciarles. "Son los locales de la parroquia y podemos desalojarlos", asegura la abogada del arzobispado.

Mientras transcurren los nuevos plazos jurídicos, los Fray Escoba seguirán trabajando y buscando otro local. "Ya se lo hemos solicitado al IVIMA esperemos que se resuelva pronto. Tampoco queremos estar en una casa donde no nos quieren. No pensamos quedarnos, pero esta la vistoria en esta batalla nos sirve para ampliar el plazo de la transición a un nuevo sitio", asegura Belén Álvares, otra voluntaria.

Pero eso, es un futuro muy lejano. "¡Uf! tenemos mucho por hacer, ordenar y organizar", decían. Lo más urgente está a la vuelta de la esquina. Los Fray Escoba se van de campamento y a la vuelta tendrán un sitio para dejar sus tiendas y sus trastos, un hogar al que regresar. De momento.

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