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Reportaje:

El enfado de Marruecos

Rabat logra que París desmienta a Moratinos y que niegue un cambio en su posición a favor del pueblo saharaui

No han dado ningún puñetazo encima de la mesa, como lo hacían en tiempos del Gobierno de José María Aznar, pero a las autoridades de Marruecos les irrita cada vez más el activismo del Ejecutivo socialista español con relación al Sáhara Occidental. En los últimos días lo han dejado entrever por primera vez. Queda así de manifiesto lo arriesgado que es para la diplomacia española intentar desatascar un conflicto que dura desde hace 30 años.

La última ilustración del malestar marroquí quedó patente el jueves pasado. La víspera, el ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, había declarado en el Senado: "Francia está cambiando de posición y está comprendiendo nuestra preocupación en relación con el pueblo saharaui".

Rabat quiso dejar claro que Francia, su principal valedor en este contencioso, no había variado su postura. La agencia de prensa oficial MAP solicitó una reacción a Jean-Baptiste Mattéi, portavoz de la diplomacia francesa, y éste confirmó que París mantiene "una posición constante". A continuación, MAP señaló que se trataba de un "desmentido" a Moratinos.

Ante la Cámara alta, el ministro hizo otra afirmación, jurídicamente correcta, que disgustó aún más a Marruecos y que la agencia de prensa del Frente Polisario se apresuró a difundir. "Los diplomáticos españoles en Naciones Unidas", dijo Moratinos, "cedieron [en 1975] la administración, pero no la soberanía, de esos territorios" a Marruecos a la espera de que pueda llevarse a cabo el "ejercicio libre de autodeterminación".

"El Gobierno español debe aclararse", recalca un diplomático marroquí que pide permanecer en el anonimato. "No sirve de nada tratar de congraciarse con ambas partes enviándoles mensajes contradictorios". "Da la impresión de que, cada vez que su oposición vocifera, Moratinos capitula".

El primer síntoma de la insatisfacción marroquí lo proporcionó también MAP, a principios de junio, cuando arremetió contra Pedro Zerolo, secretario de Movimientos Sociales del PSOE, quien expresó el temor de que los "graves incidentes [de El Aaiún, la antigua capital del Sáhara español, a finales de mayo] pudieran conculcar los derechos fundamentales de los saharauis".

Retahíla de delegaciones

Pero lo que de verdad está haciendo perder paciencia a las autoridades de Rabat ha sido el rosario de delegaciones, formadas por políticos autonómicos y animadores de asociaciones simpatizantes del Polisario, que se han presentado en El Aaiún con la intención de "investigar" lo sucedido.

El pasado fin de semana, el Ministerio de Exteriores marroquí hizo un "llamamiento a las autoridades españolas" pidiéndoles que "asuman plenamente sus responsabilidades frente a estas iniciativas", lo que en lenguaje diplomático significa que acaben con ellas. Cada semana aterriza en El Aaiún una delegación, y hoy tiene prevista su llegada una de Andalucía, que, como las anteriores, será expulsada.

Aunque no lo han dejado entrever públicamente, otras gestiones de los altos cargos de Exteriores desagradan a sus interlocutores marroquíes. Bernardino León, número dos de la diplomacia española, anunció por ejemplo, en Rabat, que Marruecos aceptaba su propuesta para que los cascos azules (Minurso) desplegados en el Sáhara investiguen los disturbios.

El anuncio fue ignorado por la prensa marroquí y está por ver si la Embajada de Marruecos ante la ONU, en Nueva York, cursará una petición al secretario general, Kofi Annan, para que la Minurso elabore un informe.

A instancias de Moratinos se celebró también, la semana pasada en Nueva York, una reunión del Grupo de amigos del Sáhara, integrado por EE UU, Reino Unido, Francia, Rusia y España, con la que el ministro español quería presionar a Annan para que nombre a un representante especial para ese conflicto, un puesto vacante desde principios de mayo.

"En un momento en que Argelia hace subir la tensión en el Magreb para forzar a la comunidad internacional a tomar de nuevo cartas en el conflicto del Sáhara, Marruecos recela de que el frenesí diplomático español pueda ser útil al vecino", opina un diplomático acreditado en Rabat.

En Exteriores, en Madrid, aseguran desconocer el descontento marroquí pero también insisten en que no tienen nada que reprocharse. El ministro Moratinos se ha conformado con "lamentar", sin llegar nunca a protestar, por las tres expulsiones de delegaciones autonómicas. El PSOE disuadió, además, a sus diputados de que se sumen a ellas.

Para tratar de evitar que hoy viajen los andaluces al Sáhara, Javier Sancho, jefe de gabinete del ministro, ha ido incluso más lejos. Les remitió una carta explicándoles que "no considera oportuna" su visita porque puede "obstaculizar" la que planean las Cortes.

El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, a la derecha, con su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, el pasado día 6 en Madrid.
El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, a la derecha, con su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, el pasado día 6 en Madrid.EFE

Más menores en las pateras

En 2004, el número de inmigrantes irregulares procedentes de Marruecos detenidos en las costas andaluzas y canarias cayó un 18% con relación al año anterior. Esta disminución fue presentada por el Gobierno como el resultado más tangible de la mejora de su relación con el vecino del sur.

Si el número total ha caído, el pasaje de las pateras que están llegando es más preocupante. José Chamizo, defensor del pueblo andaluz, señalaba el viernes que el "perfil" del inmigrante es cada vez más femenino e infantil.

En los cinco primeros meses de este año los centros andaluces para inmigrantes han acogido a 1.058 menores no acompañados, de los cuales 572 corresponden a nuevos ingresos, un aumento del 72,8% con relación al mismo periodo de 2004. El grueso de los adolescentes desembarcados estos últimos meses tienen entre 11 y 14 años.

Desbordadas por este flujo, las autoridades andaluzas -la primera de ellas Micaela Navarro, consejera de Bienestar Social- han hecho llamamientos instando a la "colaboración", para atajarlo, del Gobierno central y de Marruecos. En aras a mantener buenas relaciones, ninguna autoridad, ni en Sevilla ni en Madrid, ha reprochado a Rabat su laxitud para acabar con ese tipo de emigración.

Los funcionarios españoles de a pie tienen menos pelos en la lengua a la hora de denunciar que las devoluciones a Marruecos se hacen con cuentagotas (62 en 2004). Los consulados de Marruecos son poco diligentes en la identificación de los menores para que sus padres puedan ser localizados, un requisito para que sean repatriados.

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