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'Der Wald vor Lauter Bäumen' cumple los pronósticos y gana Cinema Jove

La irlandesa 'Killing the afternoon' triunfa en la sección de cortos

El jurado internacional de la sección de largometrajes de Cinema Jove aplicó la lógica y premió a la mejor película de cuantas han competido en el certamen, la alemana Der Wald vor Lauter Bäumen, de Maren Ade, con la Luna de Valencia. El filme germano sólo tuvo un competidor serio en sus opciones para conseguir el galardón: la cinta danesa Pusher II, de Nicolas Winding Refn, que fue distinguida con una mención especial.

Der Wald vor Lauter Bäumen (Los árboles no dejan ver el bosque) fue, en opinión del jurado, la película "más redonda" de cuantas concursaban en la sección oficial de Cinema Jove. Sin duda, el relato de las desventuras de una joven que abandona su pueblo natal para instalarse en Karlsruhe como profesora y vive una experiencia extrema de supervivencia a la soledad, que la hace transformarse de víctima del acoso de sus alumnos a verdugo del agobio sobre sus vecinos y sus compañeros de trabajo, es un brillante filme, de una extraña complejidad, que, con una factura cercana al documental, muestra el terror cotidiano derivado del rechazo social. El propio Juan Pablo Rebella, uno de los miembros del jurado, la definió como una película "valiente, que con lo mínimo cuenta mucho y no necesita muchos recursos para narrar una historia interesante".

La película de Maren Aden era la gran favorita para conseguir la Luna de Valencia, dotada con 18.000 euros, pero tenía a la danesa Pusher II, un descarnado y violento retrato de la marginalidad desde el punto de vista de un perdedor nato, como principal competidora. De hecho, el jurado se planteó conceder el premio a ambas películas ex-aequo, aunque al final se decantó por dar dos menciones especiales al filme nórdico, a su director Nicolas Winding y al protagonista Mads Mikkelsen. La otra mención que otorgó el jurado fue una concesión a la corrección estética de Im Nordwind, un discreto filme sobre la destrucción del universo familiar en la próspera Suiza dirigido por Bettina Oberli que mereció un reconocimiento a la labor de Stéphane Kuthy, su director de fotografía.

En su comparecencia para hacer público el fallo, el jurado destacó "la diversidad de las películas presentadas a concurso, que se manifiesta en que hemos premiado dos formas muy diferentes de hacer arte cinematográfico", en palabras de su presidente, el pianista y compositor cubano José María Vitier.

En el apartado de cortometrajes, el jurado, presidido por el programador cinematográfico Roger Gonin, otorgó la Luna de Valencia de Oro, dotada con 6.000 euros, a la película irlandesa Killing the afternoon, de Margaret Corkery, un singular análisis sobre lo absurdo del comportamiento humano a través de la descripción de un día de playa. El argentino Lautaro Núñez de Arco consiguió la Luna de Plata con su corto Más quel mundo, mientras que la Luna de Bronce se marchó a Singapur, país de procedencia de Sheng Ri, de Bertrand Lee.

Todos estos galardones se entregaron anoche en la gala de clausura del festival, conducida por el actor Santiago Chávarri, que se cerró con la proyección de Dear Wendy, el último filme del director danés Thomas Vinterberg, homenajeado en Cinema Jove hace dos años.

El enemigo de los buenos

Ni las películas ganadoras, ni la presencia de Marta Etura, actriz galardonada con el premio Un futuro de cine por el festival, consiguieron robar protagonismo a Guillermo del Toro, la auténtica estrella de la jornada de clausura de Cinema Jove.

Y es que Del Toro pasó por el certamen como un ciclón. Tras no haber podido asistir a la inauguración del festival por encontrarse enfermo, el cineasta mexicano no faltó a su cita ayer y exhibió su habitual simpatía, además de dejar para el recuerdo verdaderas perlas en forma de declaraciones. Se definió como "un freak, algo de lo que no me voy a desprender ni muerto", pero sobre todo reivindicó su gusto por "lo enfermo, lo feo y lo sucio". Así, reveló que rechazó realizar la versión cinematográfica de Los cuatro fantásticos porque "me parece que son como la familia Kennedy, tan blancos y tan correctos", para apostillar que "los buenos me aburren muchísimo".

Eso no fue todo. El director de Hellboy recurrió a una metáfora sexual para definir su trabajo: "Hacer cine es como follar, te tiene que poner porque si no se te nota enseguida". Pero no llegó a mojarse sobre si esa comparación podría plasmarla en la pantalla de manera real dirigiendo un porno, ya que "soy un monaguillo de formación jesuítica, aunque reconozco que hay más variedad en los otros monstruos que en los que muestra el porno".

Director de cinco largometrajes, Del Toro considera que su único mérito ha sido tratar "de mantener una enfermiza coherencia con lo que quiero hacer". Por ello cree que, en realidad, "no ha hecho cinco películas, sino partes de la gran película que quiero hacer". En todo caso, sus filmes, tan diversos en presupuesto y formato, tienen la característica común de que "son propuestas muy difíciles, que parten de la premisa más subnormal para ejecutarla con gran convicción".

Un tipo singular, en fin, que confesó que cuando era adolescente se encontró un día "en una morgue delante de una pila de fetos abortados y tuve la sensación de que algo en mi educación católica se rompía". Ahora, con 40 años, Del Toro prefiere otros escenarios para reflexionar: "Cuando necesito pensar, me voy a Disneylandia; me subo en La Mansión embrujada y me puedo tirar varias horas dando vueltas en el carrito".

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