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El PP de Riba-roja aprueba el plan de Porxinos mientras la oposición alerta sobre sus deficiencias

El pleno municipal coincide con muestras paralelas de adhesión y repulsa al proyecto en la calle

Los nueve concejales del PP de Riba-roja aprobaron ayer el Plan de Actuación Integral que promueve Juan Soler, presidente del Valencia CF, para levantar las nuevas instalaciones deportivas del club y 2.600 viviendas sobre una parcela de 1.627.000 metros cuadrados de suelo agrícola en el valle de Porxinos, junto al río Turia. Los ocho concejales del PSPV y Esquerra Unida votaron en contra, lamentaron las prisas del equipo de gobierno para sacar adelante el proyecto y alertaron sobre las deficiencias del plan que han señalado los propios técnicos municipales.

El pleno municipal arrancó a las once de la mañana a ventana cerrada. Una treintena de miembros de la plataforma Salvem Porxinos, contraria al plan, tocaba panderetas, platillos y un cencerro a las puertas del Ayuntamiento. Todos vestían camiseta amarilla. A diez metros, una pancarta de la Peña Valencianista de Riba-roja se extendía como referencia para otro grupo, con camiseta naranja, que hacía sonar el bombo, una caja y varios pitos. Los partidarios del plan de Porxinos dispusieron grandes cajas de cartón repletas de camisetas naranja que fueron distribuyendo entre sus simpatizantes a lo largo de toda la mañana. Varios vecinos mostraron su apoyo al proyecto con la camiseta naranja al hombro.

Un denso calor sofocaba a los concejales y a los vecinos que abarrotaban el salón de plenos desde su inicio. El orden del día también parecía diseñado para caldear los ánimos. El PP planteó una moción de condena de las pintadas que se han extendido por el pueblo, de poco más de 11.000 habitantes, contra el plan de Porxinos, el alcalde o el equipo de gobierno municipal del PP.

El grupo municipal socialista esquivó el envite, defendió la libertad de expresión, pero se sumó a la condena de cualquier uso vandálico. La portavoz de Esquerra Unida rechazó la moción en un acalorado intercambio.

El alcalde, Francisco Tarazona, vestido con una elegante camisa naranja, ofreció un receso de cinco minutos antes de abordar el plato fuerte.

El grupo municipal del PP describió las excelencias del proyecto, defendió que se ajusta a la legislación urbanística como anillo al dedo y subrayó los beneficios que supondrá para el pueblo. Tarazona, después del pleno, sintetizó esos beneficios: "Tres millones y medio de euros en dinero, la masía de Porxinos, la pinada de Porxinos, o las cuatro comunicaciones hacia la A-3, Loriguilla, Riba-roja-Cheste y otra hacia Vilamarxant".

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La portavoz del grupo municipal socialista arrancó su intervención con una aclaración: "No estamos en contra de que la ciudad deportiva del Valencia se instale en Riba-roja, nos oponemos a lo que rodea la operación".

El plan duplica el pueblo, levanta una nueva ciudad paralela, y semejante operación requiere una revisión completa del plan generar de urbanismo de la localidad, según coincidieron en señalar las portavoces del PSPV y Esquerra Unida. Esa revisión del plan general exige plazos de exposición pública y, sobre todo, "participación de todo el pueblo, que es lo que queremos".

La oposición municipal apenas ha tenido 48 horas para presentar alegaciones al plan de Porxinos, pero el informe de los técnicos municipales que acompaña el proyecto les facilitó el trabajo. No se puede asimilar una reclasificación de suelo a una homologación del plan general; las zonas de especial protección ecológica deben ser excluidas del plan; las posibles servidumbres que imponga la Confederación Hidrográfica del Júcar reducirán el terreno de actuación y, por tanto, modificarán el coeficiente de edificabilidad; etcétera. Problemas legales de tal calado, según la oposición, que aconsejan varias consultas antes de proceder a la exposición pública del proyecto.

Pero el alcalde tenía prisa. Antes de la votación, la oposición solicitó que constara en acta la posible vinculación de cualquier concejal al Valencia CV. "Todos somos valencianistas", fue la respuesta para desestimar la petición y aprobar el plan.

El 2 de julio entra en vigor la ley de protección del paisaje, otra norma que podría complicar el proyecto urbanístico.

Miembros de la Peña Valencianista de Riba-roja se manifestaron ayer a favor de la ciudad deportiva. Al fondo, manifestantes de Salvem Porxinos.
Miembros de la Peña Valencianista de Riba-roja se manifestaron ayer a favor de la ciudad deportiva. Al fondo, manifestantes de Salvem Porxinos.TANIA CASTRO

Juntos pero no revueltos

Las panderetas del equipo limón Salvem Porxinos, y el bombo del equipo naranja, Ciudad deportiva del Valencia CF de Riba-roja, mantuvieron ayer a las puertas del Ayuntamiento un duelo paralelo al debate del pleno municipal. A las once de la mañana eran claramente rivales. El ritmo se enfrentaba a un megáfono y a consignas propias de un partido de fútbol.

El equipo limón se armó con pitos para contraatacar a las doce del mediodía. El bombo y la caja del equipo naranja se habían tomado un respiro.

A la una de la tarde, tanto los limones como los naranjas estaban más preocupados por buscar una sombra que por cualquier reivindicación. Entonces se produjo un momento mágico. La caja delequipo naranja

rompió el silencio con un suave compás. Una pandereta del equipo limón empezó a doblar el ritmo. De forma inconsciente, unos y otros se sumaron y, durante unos minutos, los percusionistas naranjas y limones se acompasaron.

Alguien se dio cuenta. Una cosa es ser vecinos y otra renunciar al equipo. Un estruendo de pitos y algún megáfono rompieron la sintonía.

Los agentes de la Policía Local de Riba-roja, algo tensos a primera hora, se fueron relajando mientras se prolongaba el pleno y comprobaban cómo los vecinos naranja o limón, juntos pero no revueltos, departían unos con otros amigablemente.

Los ánimos nunca llegaron a caldearse. Paradójicamente, el calor y la fuerza del sol contribuyeron a apaciguar las diferencias entre limones y naranjas.

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