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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sin retirada posible

El presidente George Bush reafirmó ayer en Washington, en presencia del primer ministro iraquí, Ibrahim al Jaafari, que el Ejército estadounidense permanecerá en Irak hasta que logre el establecimiento de un régimen democrático capaz de defenderse contra el terrorismo. Bush reacciona así a la última oleada de atentados y a la creciente frustración de su opinión pública. Ayer insistió en que no habrá calendario de retirada, como parte del Congreso le exige, advirtió de que "se vencerá al enemigo", reafirmó el apoyo al Gobierno de Bagdad e intentó reforzar la confianza de los iraquíes.

El martes próximo se dirigirá por televisión a sus conciudadanos para intentar persuadirles de la necesidad de más sacrificios y tenacidad, cuando un 60% se declara partidario de una retirada inmediata parcial o total de las tropas. Le será de ayuda el apoyo unánime al Gobierno de Bagdad de la Conferencia de Donantes -integrada por 80 países, muchos en su día contrarios a la guerra- que se ha celebrado esta semana en Bruselas.

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Tras dos años de ocupación no se ve fin a los atentados, que se han cobrado ya 26.000 víctimas mortales iraquíes y cerca de 1.700 estadounidenses. Estos datos desmienten el optimismo de la Casa Blanca, que sugería que pronto Bagdad podría controlar por sí mismo la situación. Se han producido avances considerables, como las elecciones de enero que expresaron el apoyo de la mayoría de los iraquíes al nuevo Estado democrático, la creación de la asamblea constituyente, el comienzo de los juicios contra el dictador depuesto y el incremento del apoyo exterior a la reconstrucción de Irak. Pero las matanzas continúan y la minoría suní sigue siendo hostil al proceso democratizador.

Bagdad y Washington han de quitarle al terrorismo el suelo fértil que supone la comunidad suní, integrándola en el poder aunque boicoteara las elecciones. Y Bush habría de ser esta vez más sincero con sus conciudadanos y explicar que las tropas habrán de permanecer allí durante años. La mayoría que en su día le apoyó en esta aventura ha de saber que la retirada que ahora demanda es imposible porque equivaldría a una catástrofe para las democracias, los vecinos de Irak y, ante todo, para los iraquíes.

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