El cielo del Guadarrama
La Maliciosa, la Bola del Mundo y las Cabrillas jalonan una marcha por lo más alto del valle de Navacerrada
Siempre que volvemos a la Barranca y vemos, reflejada en sus dos mínimos embalses, la silueta de la Maliciosa que el primer sol recorta como al acero; y saboreamos el agua pura, casi teórica, de las fuentes de Mingo y de la Campanilla; y sentimos la espantada del corzo que bebía confiado en la vertiente de Peña Cabrita; y tentamos la muelle gayuba que tapiza la ladera de Maja La Luna; y aspiramos el aroma dulzón del piorno que borda con su hilo de oro el regajo del Pez..., nos viene a las mientes aquella plegaria de Rafael Cansinos-Asséns: "¡Oh, Señor, que no haya tanta belleza!".
El problema de que haya tanta belleza es que la Barranca es un valle chico -la mitad, más o menos, que el de la Fuenfría y la décima parte que el de Valsaín-, demasiado para la gente que suele acudir atraída por tales encantos. Añádanse a los visitantes habituales los que, en cuanto aprieta el calor, se arriman buscando la sombra del pinar y las aguas del río de Navacerrada, y se tendrá una masa humana de densidad similar a la del turrón de Alicante.
Desde la cima de la sierra se contempla el caos granítico de la vecina Pedriza
Por dura que se ponga la Barranca, siempre nos quedará el camino de las cumbres, aquel que recorre la sierra de la Maliciosa -límite oriental del valle-, la Bola del Mundo -su punto más elevado y norteño- y la cuerda de las Cabrillas -su linde occidental-.
Y es que, al igual que el termómetro y el barómetro bajan a medida que se gana altura -0,6 grados y 10 milibares cada 100 metros, respectiva y aproximadamente-, la "presión dominguérica" -llamémosla así- se reduce según se aleja uno del fondo del valle, hasta alcanzar, en las crestas, valores propios de un lunes de primavera.
Para comprobarlo nos echaremos a andar desde los aparcamientos de la Barranca (altitud, 1.380 metros), subiendo por la pista de tierra que es prolongación de la carretera.
Tras dos kilómetros de suave paseo alcanzaremos el área recreativa de las Vueltas, luego pasaremos junto a la fuente de Mingo y, a punto de cumplirse una hora, nos desviaremos por la senda -señalizada con un letrero- que lleva a la de la Campanilla (1.620 metros), fontana cantarina donde las haya: canta su nombre, cantan sus aguas y canta la esquila con que se adornó en junio de 2000, cuando fue restaurada.
Dejando atrás la fuente y el pinar, continuaremos por la misma senda, en duro repecho, hasta el collado del Piornal (2.076 metros; dos horas desde el inicio) y, tirando aquí a manderecha por la loma pedregosa, hasta la cima de la Maliciosa (2.227 metros; dos horas y media), desde donde contemplaremos a vista de buitre el caos granítico de la vecina Pedriza. Visto lo cual, desandaremos el camino hasta el collado para ascender a la Bola del Mundo (2.268 metros; tres horas y media), cumbre que domina cinco valles -Barranca, Manzanares, Lozoya, Valsaín y Navalmedio-, récord absoluto del Guadarrama.
La gira prosigue por la pista de cemento que baja al puerto de Navacerrada, la cual describe, tras una larga recta inicial, cinco curvas seguidas. Mucha atención, porque, en la quinta, deberemos salirnos a la izquierda para atrochar, en fuerte descenso, hacia la riscosa cuerda de las Cabrillas (1.950 metros; cuatro horas), que puede recorrerse cómodamente siguiendo la senda que avanza por la izquierda de la cresta, unos cincuenta metros ladera abajo.
Por cierto que, días atrás, nos topamos aquí con varias "cabrillas" montesas huidas de la Pedriza, donde la "presión dominguérica" ya no las deja vivir en paz. Dicha senda muere en el mirador de las Canchas (1.760 metros; cinco horas), por donde pasa la pista que abandonamos en la fuente de la Campanilla y que, siguiéndola hacia la izquierda, nos devolverá en otra hora a los aparcamientos. Que estamos ya cerca se nota por haber en el mirador grandes paneles con fotos de las mismas cumbres que están a la vista, la típica instalación superflua y onerosa que se hace para agradar, no a quienes frecuentan las cimas, sino a la masa que rara vez se aleja del fondo del valle.
Ruta larga y con gran desnivel
- Cómo ir. La Barranca (Navacerrada) dista 60 kilómetros de Madrid yendo por la carretera de Colmenar (M-607) y tomando el desvío señalizado a la derecha nada más pasar el hito del kilómetro 57.
- Datos de la ruta. Duración: seis horas. Longitud: 20 kilómetros. Desnivel: 1.040 metros. Dificultad: alta. Camino: ruta circular por pista forestal y senderos, sin señalización específica. Cartografía: mapa excursionista Sierra de Guadarrama, de La Tienda Verde.
- Otras excursiones. Senda de la Barranca (11 kilómetros; cuatro horas): ruta didáctica por el pinar, señalizada con paneles informativos y balizas. Ascensión a la Maliciosa por el arroyo de las Tijerillas (siete kilómetros; cinco horas): muy montañera, su inicio está indicado con un letrero en el aparcamiento inferior de los dos que hay en la Barranca.
- Comer. Asador Felipe (teléfono 91 853 10 41): lechazo y cochinillo en horno de leña; 25-30 euros. El Portillón (teléfono 91 856 02 56): bacalao al pil-pil y carnes a la brasa; 24 euros. La Raclette (teléfono 91 853 11 72): carne a la piedra y fondues; 20 euros. Casa Paco (teléfono 91 856 05 62): buena cocina castellana, al mejor precio; 20 euros.
- Dormir. Nava Real (teléfono 91 853 10 00): el hotel con más encanto de Navacerrada; doble, 60 euros. El Torreón (teléfono 91 842 85 24): entre pinares, 10 habitaciones bien equipadas; 65 euros. Hacienda Los Robles (teléfono 91 856 02 00): hotel rural con buen restaurante, amplio jardín y piscina; 75 euros. Arcipreste de Hita (teléfono 91 856 01 25): dominando el embalse de Navacerrada, con piscina, sauna, squash y bungalós de madera; 75 euros.
- Actividades. Centro de Educación Ambiental del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares (teléfono 91 853 99 78): excursiones gratuitas con guía -para escolares y adultos- por el valle.
- Más información. Oficina de Turismo de Navacerrada (Cuartel, 5; teléfono 91 856 03 08). Y en www.ayto-navacerrada.org.
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