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Crítica:Signos
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una antología de poemas repletos de destellos

Agustín de Foxá (Madrid, 1903-1959) es uno de esos autores de la literatura española del siglo XX que sigue vivo a través de las anécdotas. Forma parte de ese elenco reducido de personajes a los que se atribuyen decenas de frases ingeniosas, genialidades de salón, cortes oportunos y demás material de los centones de anécdotas. Algunas salidas fueron de su cosecha; otras pertenecen al terreno vaporoso de lo apócrifo.

En cualquier caso, el conde de Foxá es mucho más que el autor de unas cuantas frases ocurrentes. Fue diplomático, novelista (autor de una de las grandes novelas sobre la Guerra Civil: Madrid de corte a cheka), cuentista (ahí están sus relatos de Misión en Bucarest), periodista, dramaturgo (Cui-Ping-Sing y Baile en Capitanía duermen el sueño de los justos), académico y poeta (La niña del caracol, El toro, la muerte y el agua...). Pero Foxá fue, sobre todo, un hombre al que el talento se le escapaba a chorros.

POESÍA

Agustín de Foxá

Editorial Renacimiento

296 páginas. 12 euros

La editorial sevillana Renacimiento acaba de sacar Poesía, una antología de la obra de Foxá comprendida entre los años 1926 y 1955. Otro poeta, Luis Alberto de Cuenca, se ha encargado de prologar el volumen. "Foxá tiene poemas estupendos. Hagan ustedes su propia lista", escribe De Cuenca, en cuya selección "no pueden faltar" los poemas Los pescados muertos, Carbón, Lo inútil, Un niño provinciano, Retablo de la Edad Media, Bizancio, Ainó, Grecia, Poema del tedio del mundo actual y Desesperación, cansancio. "He dejado para el final el mejor de todos, en mi modestísima opinión. Me refiero al archiconocido Melancolía de desaparecer, aquel que empieza: 'Y pensar que después que yo me muera...", escribe De Cuenca.

Con todo, el mejor consejo que se puede dar es leer este libro entero porque en la poesía de Foxá saltan los destellos en cualquier momento. El poema Han venido los hombres, que lleva como subtítulo Mares de Australia, 1800, tiene una fuerza indomeñable. La imagen de unos hombres con "ojos de acero" que portan cheques en inglés y empuñan "fusiles de chispa y alguna vieja Biblia" es terrorífica.

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