Fiesta latina por la tolerancia
Unas 10.000 personas asisten al I Festival Día del Inmigrante en la Casa de Campo
Bajo el lema Todos juntos, unas 10.000 personas -según los datos facilitados por la organización- pasaron ayer a lo largo del día por la Casa de Campo para promover la convivencia, la tolerancia y la integración de los inmigrantes. Fueron éstos quienes acudieron en masa a la explanada junto al lago de este pulmón de la capital. La asistencia de españoles, que también estaban convocados al acto, fue menor, con aproximadamente un 15% de presencia. Los asistentes sudaron bajo un intenso sol que provocó temperaturas cercanas a los 40 grados.
El I Festival Día del Inmigrante, que se desarrolló ayer, nació con la intención de favorecer "la tolerancia venga de donde venga", según explicó el director del evento, Vicente Martínez. La jornada, que discurrió entre las doce del mediodía y la medianoche, fue organizada por la Asociación Latinoamericana de Inmigrantes 12 de Octubre y la Asociación Española Horizonte y Desarrollo. También colaboraron tanto el Ayuntamiento como la Comunidad de Madrid.
Y, lo más importante, contó con el respaldo de los asistentes, que pagaron entre uno y cinco euros en función de que hubieran comprado la entrada por adelantado o en la taquilla. Los menores de 12 años entraron gratis.
Intercalado entre dos actuaciones musicales tuvo lugar uno de los actos principales del festival, la entrega de la "llave de la tolerancia" a la concejal de Empleo y Servicios a la Ciudadanía, Ana Botella, que se acercó a la Casa de Campo a media tarde. Fue éste un acto simbólico con el que los organizadores pidieron "que se abran las puertas del acercamiento" y la convivencia. Botella, que expresó su deseo de que el Día del Inmigrante se transforme en "el día del madrileño del mundo", bajó después a la arena junto a Carlos Clemente, el director general de Inmigración de la Comunidad, para conversar con algunos de los presentes e incluso llegó a ponerse un sombrero y un pañuelo ecuatorianos.Además de la entregada a Botella, muchas más llaves inservibles fueron entregadas por los asistentes para fundirlas después y hacer un monumento, dedicado a la tolerancia, que todavía no tiene emplazamiento.
El festival contó con el apoyo de numerosos asistentes, que se identificaron con el tema. "Venimos a favor de la convivencia, a apoyarla, que falta hace", contó Wilson. La frase de Wilson la expresaron con diferentes acentos muchos de los asistentes. Este ecuatoriano acudió a la Casa de Campo con su mujer y su hijo, como gran parte de los presentes. Familias con niños y parejas de jóvenes fue el perfil del asistente más común. Por nacionalidades, colombianos y ecuatorianos fueron las comunidades más representadas. También se vieron dominicanos, venezolanos, mexicanos, cubanos y peruanos, pero en menor número.
Muchos de los presentes mostraron un total apoyo a la iniciativa, que se celebró por primer año ayer. "Es importante que se celebren días como éste porque muchos inmigrantes se sienten aún discriminados y es bueno que el Ayuntamiento colabore con esto", reflexionaba Carlos. La gran mayoría de los asistentes se arremolinó, pese al intenso calor, frente al escenario. Allí tuvieron lugar los principales actos del Festival, que fueron las actuaciones musicales.
La oferta, más allá de la mera confraternización entre los asistentes, se centró en música y comida. Por el escenario instalado por la organización pasaron cantantes de 12 países, entre ellos Leo Dan, un intérprete con mucho nombre en suramérica. También la ecuatoriana Anita Lucía Proaño y los argentinos Los Visconti tocaron para los asistentes al festival, que compitieron por nacionalidades a ver cuál era más ruidosa entre canción y canción. Ecuatorianos y colombianos quedaron en empate técnico.
Mercadillo gastronómico
La otra gran estrella de la jornada fue la carpa en la que se montó el mercado de comida local. Hasta 16 países montaron puestos en los que ofrecían lo más típico de su gastronomía local. La colombiana Marta May Mejía, detrás de uno de los puestos, explicaba que lo que más se había vendido a lo largo del día fueron "los pasteles de carne y pollo y el plátano con queso". También la morcilla y el chorizo tuvieron mucho éxito.
La asistencia de personal se repartió a lo largo del día, aunque fue creciendo el número de asistentes según iba avanzando la tarde, que es cuando estaban programados los principales actos del festival. También ganaba terreno el cansancio entre los presentes, que buscaban como podían las pocas sombras que quedaban libres, porque las carpas estuvieron llenas en todo momento. La barra y los diferentes chiringuitos particulares hicieron su particular agosto entre los deshidratados asistentes, que optaron por la cerveza y el agua como principales bebidas refrigerantes.
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