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FÓRMULA 1 | Escándalo en el Gran Premio de Estados Unidos
Columna
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Bofetón a la fórmula 1

Jamás hubiera sospechado que un Gran Premio pudiera convertirse en una pantomima como la que se vio ayer en el circuito de Indianápolis, nada menos que en uno de los trazados con más mística en la fórmula 1.Cuanto aconteció en la prueba, si así se le puede llamar, fue desalentador. Para analizarlo deben tenerse muy en cuenta dos factores. Primero, hay que recordar que no hace muchas semanas Michael Schumacher y Rubens Barrichello se jugaron, no sé si la vida, pero sí el físico debido a que la firma Bridgestone que suministra a sus Ferrari no había dado con los neumáticos más adecuados. Se produjeron entonces críticas aceradas contra los pilotos y contra Bridgestone a la que, con un punto de razón, se echó en cara que no había hecho los deberes. Segundo dato a tener en cuenta: Bridgestone tiene una gran experiencia en el circuito de Indianápolis porque hace dos semanas se disputó una prueba en la que los bólidos estaban calzados por Firestone, una empresa que pertenece a Bridgestone. De ello se deduce que Bridgestone realizó a plena satisfacción su trabajo y, en cambio, Michelin no hizo lo mismo.

Para entender el desaguisado hay que tener en cuenta la tirantez de las relaciones en el Gran Circo
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Ópera bufa en Indianápolis

Los problemas se concatenaron en Indianápolis. No entiendo tampoco la intransigencia de la Federación Internacional (FIA). Los equipos suministrados por Michelin finalmente sólo pedían que se instalase una chicane entre la curva 12 y 13 y estaban dispuestos a competir y a dar espectáculo a pesar de que no podían puntuar. La FIA no lo aceptó.

Tampoco me entra en la cabeza por qué Michelin traspasó la responsabilidad a los equipos. Había muchas cosas que podían hacerse para evitar que los neumáticos reventaran. Si el problema es que el neumático, al entrar en la curva número 13, no resiste si el coche entra a más de 305 km/hora, los equipos pueden ordenar a los pilotos que entren a 260 km/hora, siempre al límite pero sin superarlo y evitando así los peligros que se corrían en caso contrario. Lo lógico es que los equipos hubieran hecho su trabajo. Lo más lógico es que igualmente Michael Schumacher hubiera ganado. No hubiera pasado nada. Era el premio al trabajo bien hecho.

Para comprender los motivos del desaguisado es importante tener en cuenta la tirantez de las relaciones entre los equipos y Ferrari, que ha firmado un acuerdo con Ecclestone, y también la intención de un grupo de constructores de crear un campeonato muy diferente al actual. Son politiqueos que responden a intereses muy particulares y que no benefician a los intereses de la mayoría.

Lo triste es que ha habido gente que ha pagado mucho dinero por una entrada y televisiones que han realizado un esfuerzo enorme para retransmitir la carrera y, finalmente, lo que se vio fue una payasada. Fue algo que no se puede permitir ni la fórmula 1, ni la FIA, ni la FOCA (Asociación de Constructores). No fueron lo suficientemente listos para llegar a un acuerdo. Disponían de varias alternativas. No ha sucedido muchas veces pero, por ejemplo, recuerdo hace varios años que en el circuito de Spa (Bélgica), se pospuso una carrera debido al mal estado del asfalto. Parece mentira que gente tan importante y poderosa como la que rige la fórmula 1 haya sido la que haya acabado dando un bofetón al espectáculo, entre comillas, por supuesto. Por respeto a los devotos de este deporte y a todos aquellos que pagan por disfrutar de él, debían haber adoptado una solución mucho mejor. Al final hubo gente que la tomó con los Ferrari cuando ni esa escudería ni Bridgestone tenían ninguna culpa. Fue un final digno de una jornada rocambolesca.

Ralf Schumacher se estrella en Indianápolis el pasado viernes, accidente que derivó en la gran polémica de ayer.
Ralf Schumacher se estrella en Indianápolis el pasado viernes, accidente que derivó en la gran polémica de ayer.MARCAMEDIA

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