Demasiado esfuerzo para las gomas
La curva número trece del circuito de Indianápolis forma parte de un trazado oval que a lo largo del año alberga distintas modalidades de pruebas automovilísticas norteamericanas como, por ejemplo, la fórmula Indi o la Kart. En los trazados ovales, las curvas están ligeramente peraltadas para facilitar la trazada de los coches y aumentar su seguridad. Al abordar un viraje peraltado a gran velocidad, la inclinación provoca que las dos ruedas exteriores se vean sometidas a mucha más presión de lo habitual y, en especial, la posterior. Este hecho se debe a una serie de factores físicos:
Mientras los bólidos circulan, los neumáticos se ven sometidos a múltiples solicitaciones mecánicas o esfuerzos. En los tramos rectos, las aceleraciones y las frenadas producen fuerzas longitudinales sobre los neumáticos. Estas fuerzas son proporcionales a la magnitud de dicha aceleración y al coeficiente de rozamiento con el asfalto.
En el paso por curva, sobre los neumáticos aparecen fuerzas transversales que se oponen a la fuerza de inercia que tiende a sacar el coche de la trazada hacia el exterior. Además, al trazar el viraje se produce una transferencia de peso vertical hacia la rueda que se encuentra en la parte exterior. La combinación de todas estas fuerzas se convierte en máxima en los trazados como el de Indianápolis, donde la velocidad de paso por curva supera los 305 km/h, al tiempo que se mantiene a fondo el pedal del acelerador. Todos estos factores, unidos a lo blando de los compuestos que Michelin desplazó a Indianápolis, influyen de forma clave en la temperatura que alcanza el compuesto y en el tiempo de degradación de éste que, como le sucedió a Ralf Schumacher el viernes, pueden llegar a estallar.
Marc Compte es ingeniero industrial especialista en automoción
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