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La Ley de Agencias aumentará el control de que el gasto público cumple sus objetivos

El próximo Consejo de Ministros aprobará uno de los principales proyectos del Gobierno

Luis R. Aizpeolea

El Gobierno quiere saber no sólo cuánto gasta la Administración, sino si gasta bien o no. Quiere saber la rentabilidad del dinero que invierte en incentivos fiscales, subvenciones o cooperación internacional. Para ello va a crear la Agencia de Calidad de los Servicios Públicos, a través de una Ley de Agencias que aprobará el próximo Consejo de Ministros. Pero la Ley de Agencias, que dará soporte a la Agencia de Calidad, propiciará, también, que decenas de organismos públicos cuenten con estructuras flexibles para su control presupuestario y contratación de personal.

La Agencia de Calidad de los Servicios Públicos y la Ley de Agencias, que le da soporte, es la propuesta estrella para la Administración de esta legislatura del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y del ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla. Zapatero ha seguido de cerca su gestación por su conocimiento personal de la Administración ya que fue portavoz socialista en el Congreso en esta materia en una etapa importante de su vida política, de 1996 a 2000.

"El debate público internacional ya no es el de cuánto gasta la Administración sino si gasta bien o no", suelen decir Zapatero y Sevilla. Y su objetivo con la creación de la Agencia de Calidad es "implantar una nueva cultura en una sociedad en la que los contribuyentes son más exigentes sobre el uso del dinero público".

La Ley de Agencias, que aprobará el Consejo de Ministros el viernes, una vez que el Gobierno la ha negociado con los grupos parlamentarios y las autonomías, creará 13 agencias. Destacan la de Calidad de los Servicios Públicos; la de Investigación Científica y Técnica; la de Inmigración y Emigración; la de Seguridad y Tráfico Aéreo; la de Cooperación Internacional; la de Transplante de Órganos; la de Antidopaje deportivo o la de Vivienda.

Pero la Ley de Agencias también propiciará que se transformen, por razones de eficacia en la prestación de los servicios asignados, los 76 actuales organismos autónomos -como el CSIC, el BOE o el INAEM-; las 15 entidades públicas empresariales -como Renfe o AENA-; los 47 organismos de estatuto específico -como la CNMV, Comisión Nacional de Energía, Museo del Prado o Instituto Cervantes-; incluso las 141 sociedades mercantiles y las 54 fundaciones del sector público estatal -como la Fundación Museo Lázaro Galdiano o la del Teatro Lírico-.

La Ley de Agencias, dice en su exposición de motivos, que su objetivo es dotar a los organismos de la Administración de una fórmula organizativa que les conceda un mayor nivel de autonomía y de flexibilidad para la gestión. Esta flexibilidad se traducirá en el control presupuestario y en la contratación de personal, sometidos actualmente a las rigideces del modelo de funcionamiento administrativo. Con la aplicación de la nueva ley, el director de la agencia podrá variar internamente el presupuesto y hacer su oferta de empleo, con un personal, cuyas retribuciones estarán ligadas a la productividad por el cumplimiento de objetivos.

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Otro elemento clave del modelo que ofrece la Ley de Agencias es la gestión por objetivos, que se plasma en un contrato de gestión, que fija los compromisos que adquiere la agencia para prestar un servicio público, con unos indicadores de resultados y unos niveles de eficacia y de calidad determinados.

Las agencias tendrán, también, más capacidad para generar ingresos. Junto a los percibidos por la prestación de servicios, podrá obtener, otros, por la vía del patrocinio. Al presidente del Consejo de Administración de cada una de las agencias lo nombra el Consejo de Ministros y su director surge del Consejo de Administración. La novedad es que el Consejo se profesionalizará, con la entrada en vigor el Código ético de la Administración y desaparezca la figura de los altos cargos que acuden a los consejos para cobrar un sobresueldo.

El modelo que propone la Ley de Agencias posibilita la entrada a las comunidades autónomas en la gestión de la agencia de que se trate, en las condiciones que se establezcan en su estatuto. No obstante, el Gobierno tiene prevista una futura ley específica para las comunidades autónomas.

Con la creación de Agencias estatales, el Gobierno no pretende añadir una nueva figura a los actuales organismos público, según el texto de la ley sino que sean las agencias estatales las que configuren dichos organismos públicos y unifiquen sus criterios de organización.

"Se trata de aplicar a los organismos de la Administración los criterios más avanzados de la empresa privada, de hacerlos más flexibles, modernos y europeos", suele decir el ministro de Administraciones Públicas.

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