"Lo bonito, a veces, sucede"
Jugadores y aficionados del Betis celebran la victoria en la Copa del Rey con orgullo y fiesta
"El Betis siempre ha sido una apuesta por lo bello, por hacer las cosas con un determinado sentido que no es precisamente práctico y eso en la vida no suele ganar. Pero mira, lo bonito, a veces ocurre". Con esta reflexión, el guitarrista Raúl Rodríguez sintetizaba en la noche de ayer en una terraza de Madrid la catarata de emociones que se le agolpaban en la mente tras la victoria de su equipo. Junto a él, paladeaban el triunfo del conjunto sevillano un grupo de músicos al tiempo que forofos béticos entre los que destacaban Kiko Veneno, el guitarra de Los Planetas, Jota, y Pepe Begines además del periodista y crítico de flamenco, Fernando González Caballos. "El juego es casi una excusa, la importancia del Betis es que representa un ser muy andaluz", redondeaba su comentario el guitarrista.
Algunos se metieron con el Sevilla, Alfonso tocó el bombo y Joaquín dijo que no escucharía ofertas
El equipo se trasladó en un autobús sin techo con música de Carlinhos Brown
El Betis es muy andaluz y de muchos andaluces también. Muchísimos y repartidos por todos los rincones. Las estadísticas dan un empate técnico entre el número de aficionados sevillistas y béticos, tanto en la capital como en la provincia de Sevilla. Pero el Betis se dispara como el equipo más querido de Andalucía, si se suman los aficionados de toda la región. Muchos no sabrían describirlo con el verbo de Raúl Rodríguez, pero realmente, tanto en Madrid como en Sevilla o Andalucía entera, ayer sí que parecía que muchísimas personas celebraban algo más que una victoria futbolística. La afición más heterodoxa del fútbol español disfrutó ayer con un ansia enorme. Jóvenes, niños, maduros, ancianos... y representantes de todo tipo de humano disfrutaron ayer con su Betis. Que cada cual tiene el suyo.
El Rey, con los dos besos que el presidente verdiblanco, Manuel Ruiz de Lopera, asegura que le propinó, tras la victoria, fue uno de los primeros en sufrir los rigores del estallido emocional que sufrieron los béticos. Eso sí, Ruiz de Lopera dispone de una excusa para tal alejamiento del protocolo cortesano ya que lo que trataba el máximo accionista del club era transmitirle a don Juan Carlos la admiración que sentía el beticismo por doña María de las Mercedes.
La noche fue eterna para los que celebraban en Madrid y en Andalucía. Y puede que también para los que no... o para los sevillistas. Pero el primer baño de gentes se lo dio el Betis en la estación de Santa Justa en Sevilla. Sobre las ocho y media de la tarde el equipo campeón llegó a la capital andaluza donde les esperaban decenas de miles de personas. La llama de la juerga llevaba horas quemando oxígeno pero siempre había una reserva de fuerzas para tirar de ella o incluso contingentes de refuerzo llegados desde casi toda Andalucía. Los jugadores se trasladaron con la Copa del Rey a bordo de un autobús sin techo. La fiesta dentro del mismo era casi mayor que en la calle. Y eso que algunos abandonaron una discoteca madrileña a las diez de la mañana. La música de Carlinhos Brown atronaba en el interior del vehículo que se desplazaba a velocidad de estrella de mar por las calles de Sevilla con destino al estadio bético. Alrededor de las once de la noche llegaron los futbolistas al estadio donde les esperaban cerca de 50.000 personas, que sumadas a las miles de Santa Justa o los muchísimos cientos repartidos por el recorrido de la comitiva abocan al cálculo de una cifra colosal de aficionados más que felices.
La fiesta fue lo que ya es un clásico. Uno a uno los jugadores arengaron a los forofos. Lembo, Tais, Israel y Melli se metieron con el Sevilla, Alfonso tocaba el bombo, Benjamín hizo rimas y Joaquín dijo -con el atenuante judicial de le enajenación mental temporal- que no escucharía oferta alguna para irse del Betis. Llorenç Serra Ferrer y Ruiz de Lopera hablaron de "orgullo" y "gratitud". Ruiz de Lopera lanzó una puya al Sevilla... Lo normal. Una celebración que terminó con un castillo de fuegos artificiales y el comienzo de varias horas más de orgullo de ser o sentirse del Betis.
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