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EL FUTURO DE EUROPA

Peligros para las nuevas ampliaciones

Carlos Yárnoz

Las especulaciones y análisis sobre las razones del no a la Constitución europea en Francia y Holanda son variados y a veces contradictorios, pero hay una coincidencia en todos: el miedo a las consecuencias de la ampliación ha pesado en contra del nuevo Tratado. Por eso, aumentan las declaraciones de dirigentes de la UE a favor de ralentizar las próximas incorporaciones. Los países que llaman a las puertas de la Unión corren el riesgo de convertirse en las víctimas de esta crisis.

El 18% de los franceses que votaron no al nuevo Tratado lo hicieron como protesta por la decisión de la UE de abrir negociaciones de adhesión con Turquía, según los sondeos difundidos tras el referéndum francés. El 40% de los holandeses que rechazaron el texto también se sintieron influidos por los efectos de la histórica ampliación al Este realizada el año pasado.

Ante estos datos, el presidente del Grupo del Partido Popular Europeo (PPE) en la Eurocámara, el alemán Hans-Gert Poetering, recordó el miércoles en el pleno que quizá se ha hecho "demasiado deprisa" la ampliación. Su comentario no es una excepción. Hoy son Rumania y Bulgaria los primeros países en la cola de entrada en la UE. El mes pasado firmaron sus correspondientes tratados de adhesión tras concluir las correspondientes negociaciones y está previsto que ingresen en el club en 2007 siempre que cumplan los requisitos políticos y económicos exigidos. Como medida de precaución, Los 25 se reservan la posibilidad de retrasar al menos un año el ingreso de Rumania.

El siguiente en la lista es Croacia. Tenía que haber iniciado esta primavera las negociaciones de adhesión, pero Los 25 las están frenando hasta que Zagreb demuestre su "plena cooperación" con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, que exige la localización y entrega del ex general Ante Gotovina, acusado de estar involucrado en matanzas de serbios.

El verdadero problema, sin embargo, llega con el siguiente candidato. La decisión de diciembre de abrir las negociaciones con Turquía el 3 de octubre levantó airadas protestas por toda Europa. En Francia, el presidente Jacques Chirac reformó la Constitución del país para que ninguna otra ampliación futura -después de Rumania, Bulgaria y Croacia- se haga sin ser sometida antes a un referéndum entre los franceses.

Ahora, los conservadores alemanes han vuelto más que nunca a la carga para ofrecer a Ankara una "asociación privilegiada" con la UE, pero no la adhesión. Lo acaba de reiterar Poetering ante la Eurocámara, pero, sobre todo, lo ha repetido en Berlín Angela Merkel, la candidata de la CDU / CSU que, según las encuestas, ganará el próximo otoño las adelantadas elecciones en Alemania.

La tendencia a ralentizar las ampliaciones puede hacer estragos en los siguientes aspirantes a candidatos: Serbia y Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Macedonia o incluso Kosovo. Para esos países, la aspiración a ingresar en el privilegiado club de la UE es, desde el final de la guerra de los Balcanes, el ancla para mantener una frágil estabilidad política que puede saltar por los aires ante los mensajes a favor del freno que estos días abundan en Bruselas.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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