El efecto euro
En plena resaca por el no francés a la Constitución europea, la salud del euro, moneda única de 12 países de la UE, sigue siendo aceptable, como corresponde a una criatura bien cuidada, nacida de padres ya talluditos pero de buena posición y conscientes de la responsabilidad que asumieron al traerle al mundo con la que está cayendo.
Con el calendario de vacunación seguido de forma escrupulosa, vigilado por el equipo médico del Banco Central Europeo, bregando con tipos de interés únicos para países con realidades económicas muy diferentes, superado el desaire de los escépticos hermanos británicos, ganando su guerra particular con el dólar, aceptado en todo el mundo, intentando superar los augurios de vacas flacas, el euro sienta carta de naturaleza y proclama: "Estoy aquí para quedarme".
Una mayoría de españoles maneja sin problemas la nueva moneda, a la que se acusa de disparar precios y de redondeos bestiales del tipo "el café costaba 100 pesetas y ahora un euro"
David Vegara, secretario de Estado de Economía: "El euro ha favorecido la capacidad de crecimiento y convergencia real con los países más avanzados de la Unión Europea"
¿Dónde están 76 millones de billetes de 500? ¿Son invisibles? Como si lo fueran. Viajan en maletines de mafiosos. Los prefieren a los clásicos de 100 dólares porque lavan más negr
¿Y en España? Para David Vegara, secretario de Estado de Economía, "el euro ha proporcionado un marco de estabilidad cambiaria y monetaria que ha favorecido la capacidad de crecimiento y convergencia real con los países más avanzados de la UE". Con efectos muy concretos, que detalla: eliminación de los movimientos especulativos contra la peseta, disminución de los tipos de interés, aumento de la competitividad empresarial, ampliación de la renta disponible de las familias y mejora del mercado interior que abre nuevas posibilidades de crecimiento. ¿Y en Italia? ¿Cómo es posible que la Liga Norte proponga sacar a la lira del euro y ligarla al dólar? Vegara no lo entiende. "Parecen olvidar los niveles de tipos de interés previos a la Unión Económica y Monetaria y los episodios de volatilidad cambiaria. Me temo que hay un deseo de culpar al euro de problemas que nada tienen que ver con él".
El estado de ánimo sigue alto. Según el Eurobarómetro de noviembre de 2004, la mayoría de los habitantes de los Doce (60% en España) se manejan sin ninguna dificultad con el euro y piensa ya en él para las compras pequeñas, aunque no en las grandes, como la vivienda.
Si no fuera por los precios. Si no fuera por esos malditos redondeos, con frecuencia abusivos, por esas denuncias de que "el café costaba antes 100 pesetas y ahora un euro"... Ángel López Herrera, de 82 años, antes de subirse el miércoles al autobús que le conduciría a una capea cerca de Madrid, ponía el dedo en la llaga del gran reproche, aunque también mostraba que a veces se culpa al euro de abusos de los que no es responsable. Redondeos aparte, y pensando en la vieja moneda, Ángel se preguntaba: "¿Cómo puede ser que el agricultor cobre veintitantas pesetas por un kilo de trigo y que el kilo de pan cueste más de 400?".
Ileana Izverniceanu, portavoz de la Organización de Consumidores y Usuarios, asegura que los estudios de la OCU constataron que "el cambio de la peseta al euro fue aprovechado para un incremento injustificado de los precios, especialmente, y eso fue lo más preocupante, de productos básicos de la cesta de la compra".
El carrito de la compra
Vegara, por su parte, admite que el euro "puede haber sido un factor alcista en los primeros meses, pero, en un horizonte de más largo plazo, las presiones desinflacionistas asociadas a la nueva moneda son las que han de dominar, dado que permite una mayor transparencia de precios y fomenta la competencia en los mercados".
EL PAÍS llenó en diciembre de 2001, 2002 y 2003 un carrito de hipermercado con los mismos artículos de consumo básico. En 2002, con la inflación en el 4%, la compra costó un 18% más que un año antes. Pero en 2003, con un IPC del 2,8%, el aumento de precios fue tan sólo del 2%. El experimento, por tanto, no resultó concluyente.
Sin ser discutido, el euro no es precisamente objeto de adoración. La OCU recomienda para sacarle más partido algo así como lo que aquel viejo anuncio del detergente Colón: busque, compare y, si encuentra algo más barato, cómprelo. Seguir este consejo puede permitir ahorrar hasta 1.200 euros al año.
El bebé euro, con menos de tres años en su forma mortal de papel y metal, está dando lugar a algunas paradojas: como que aumente la nómina de quienes querrían que desapareciesen las monedas de uno y dos céntimos y que se dispare la circulación de los billetes teóricamente mas raros: los de 500. No todo el mundo los ha visto, pero circulan unos 300 millones, la cuarta parte en España. Abundan más que los de 5 euros. ¿Por dónde andan? ¿Acaso son invisibles? Como si lo fueran. Están en grandes fajos que llenan maletines de narcotraficantes y mafiosos. El billete grande se impone al de 100 dólares porque lava más negro.
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