"Dibujo para combatir el pesimismo"
Gilbert Shelton (Texas, 1940) camina por el Salón del Cómic rodeado de niñas-manga con falda corta. Indiferente a ellas tanto como a su condición de mito, lleva en la mano un vaso de café lleno de cerveza que no prueba durante toda la entrevista. Sólo lo suelta si le acercan alguno de sus más de 20 álbumes con las historias de los Freak Brothers, que dedica casi agradecido. De nuevo en Barcelona, ciudad a la que llegó por vez primera en 1980 con un billete de interrail en el bolsillo, el autor emblema del movimiento underground en versión tebeo, mantiene su actitud pesimista ante la vida, disimulándolo a base de lápiz y rotring. A razón de una página por semana, narra ahora las desventuras de un grupo nefasto de punk-rock, tan desafortunado como la vida del gato de Fat Freddy, dibujo en el que se reconoce. Sus ojillos azules chispean cuando explica que las aventuras de los Freak Brothers están cerca de las pantallas de cine. "Ya está hecho el guión y sólo falta que la productora consiga la financiación. Será animación con plastilina. Me hace mucha ilusión. Además de a los salones del cómic me invitarán a los de cine". Referente de la historia del cómic, Shelton se sabe en casa aunque ya no exista El Víbora.
"A Crumb no le gusta que hagan exposiciones con su obra. Pero es que no le gusta casi nada"
Pregunta. ¿Qué significa para usted la desaparición de la revista en la que publicó por vez primera en España?
Respuesta. El cierre de El Víbora me parece normal. Lo extraño es que una publicación de cómics tenga una vida tan larga. Un milagro, dicen, pero se debe al buen trabajo de Berenguer, un gran editor que siempre supo apostar por cosas nuevas. Pero todo acaba, hemos de asumirlo.
R. No su producción.
P. Me he pasado la vida sin trabajar gracias al cómic, no voy a dejar de hacerlo ahora. Gracias a eso he logrado combatir mi pesimismo. Lo sigo haciendo tan mal que al empezar, pero vivo bien y sigo sin trabajar.
P. ¿Es cierto que quería rodar un filme y acabó dibujándolo?
R. Sí, en cierta manera. Los Freak Brothers nacieron en la Universidad de Austin. Trabajaba para el periódico y empecé a publicar historias del Superserdo como burla a los superhéroes de la Marvel. Luego pensamos hacer una película sobre los freaks de la época pero el cómic que hice para publicitar la idea gustó más que el corto que rodamos. En aquella época trataba de convencer a Janis Joplin de que hiciera rock'n'roll y ella me decía que el folk era sagrado. ¿Tiempo, eh?
P. Tanto que ahora el cómic underground está en los museos.
R. Es verdad. ¿Lo dice por la exposición de Crumb en Londres?
P. Sí, la que organizó el Museo de Arte Moderno de Roterdam.
R. Ah, Holanda. No me gusta el rollo comercial que llevan entorno a la marihuana. Me gusta que los amigos me la regalen. Pero no recomiendo su consumo. A Crumb, por cierto, no le gusta la idea de que hagan exposiciones sobre su obra. Pero es que no le gusta casi nada.
P. La música sí le gusta, como a usted. ¿Han tocado juntos?
R. ¡No! A él no le hables de blues ni de rock. A mí es lo que me gusta, la música de los cincuenta. Me encantaban los 13th floor elevators y Roky Erickson. No tiene ya dientes, pero ha vuelto y me gusta mucho. A Crumb no... Crumb es el mejor. Raro, pero el mejor. Qué bien dibuja. No como yo. Nos vemos de vez en cuando, mi mujer es su agente. Es un tipo atormentado...
P. Los dos viven en Francia.
R. Conocí a mi mujer...Viviría en Barcelona, allí es difícil encontrar algo que fumar, pero es donde está la industria. En USA nunca, olvídese. Hace cinco años que no voy. Seguro que en esos controles de cinco horas para entrar me detienen. No saben nada de nada, los estadounidenses. Verás cuando se acabe el petróleo. Viven obsesionados con esa idea. Y se va a acabar. Lo pasaremos mal. Si no hay tinta, dibujaré a lápiz. Pero la cosa pinta mal.
P. Siempre tan optimista.
R. No soy muy positivo. Hoy, al levantarme, he pensado en el avión al que tenía que subir. Me equivoqué: no se ha caído.
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