Un libro para dejar de leer

"La obra de los artistas cambia cuando mueren, y al final nadie recuerda cómo era en vida de éstos". La frase que John Berger (Londres, 1926) insertó en un artículo sobre Alberto Giacometti incluido en Mirar (hay traducción al castellano en Gustavo Gili) sirve tanto para el trabajo del propio escultor como para el de Katrin Cartlidge, la actriz británica muerta en septiembre de 2002 a los 41 años. Conocida por películas como Naked, Dos chicas de hoy, Rompiendo las olas o En tierra de nadie, Cartlidge -mirada desafiante, piel y huesos y una larga melena- se parecía poderosamente a Annette Arm, la mujer del artista suizo. Mejor dicho, a una de las muchas esculturas que, obsesivamente, aquél realizó tomándola como modelo: "En la estatua de bronce y en esta foto en blanco y negro ambas lo han dejado todo atrás; se presentan siendo ellas mismas, sin más". En las páginas de Esa belleza, la fotos de la mujer y la de la escultura se dan la espalda. Es el método Berger. Si la escritura del autor de Puerca tierra tiene siempre un fondo poético, su pensamiento actúa una y otra vez estableciendo relaciones entre el presente y el pasado, entre una pierna salida de las manos de un artista y el movimiento de una niña que comienza a caminar, entre una piscina y una comunidad política. De ese tipo de diálogos está tejida esta obra sin género preciso pero medularmente poética que -en edición bilingüe y bien traducida- tiene algo de "libro de los muertos" y algo más, como todos los de su autor, de teoría de la visión: "La belleza no procede aquí del placer de mirarle, sino de la necesidad de que te mire", escribe sobre un ángel de Luca della Robbia contemplado en el Museo del Bargelo de Florencia. Y un poco más abajo: "Estamos esperando que Annette nos mire. Deja de leer. Busca la foto. Su cuerpo nos mira directamente a los ojos". Y ya sabemos que la fuerza mayor de la lectura consiste en que, de tanto en tanto, nos obliga, asombrados, a levantar la vista del libro que estamos leyendo.
ESA BELLEZA
John Berger y Marc Trivier
Traducción de Jaime Priede
Bartleby. Madrid, 2005
72 páginas. 12 euros
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