Asesinado de un disparo un joyero de Madrid durante un atraco
Antonio Sancho Arevalillo, un joyero de 54 años de la localidad madrileña de Móstoles, murió tras recibir un disparo por la espalda durante un atraco a su establecimiento. Tres personas con armas de fuego entraron en el local cuando estaba a punto de cerrar y se encontraba junto a su hijo y una dependienta. Los ladrones, supuestamente de origen suramericano, arrebataron parte de las alhajas que tenían expuestas en la tienda antes de abandonarla.
Los hechos ocurrieron a las 19.35 en el número 18 de la esquina de Felipe II, en Móstoles. Según varios testigos, el joyero abrió a tres personas que habían acudido por la mañana al local a interesarse por unas alhajas. De repente sacaron las armas que llevaban ocultas y exigieron todos los objetos de valor del local. Instantes después obligaron al hijo del dueño y a la dependienta a meterse en la trastienda, mientras que se quedaban con el propietario en la parte principal. Éste les dijo que no hicieran nada, ya que estaban siendo grabados por una cámara de seguridad. Fue entonces cuando los atracadores le descerrajaron un disparo a quemarropa por la espalda. Los ladrones revolvieron todo el local y huyeron tras coger la cinta con las imágenes. El hijo del dueño y la dependienta salieron en ese momento y ya no vieron a los asaltantes. Antonio Sancho estaba tirado en un lateral del local y sangraba abundantemente. Una mujer de un local de productos baratos que se encontraba por la zona acudió al oír los gritos de dolor y los llantos de los allegados. Cogió una toalla y le taponó la herida hasta la llegada de la asistencia sanitaria.
El teléfono de emergencias 112 de la Comunidad de Madrid recibió cinco avisos por el homicidio. Cuando llegaron los facultativos y una uvi móvil del Servicio Regional de Urgencias Médicas (SUMMA), la víctima había perdido gran cantidad de sangre, lo que le produjo la muerte a los pocos minutos. Los facultativos sólo pudieron certificar el óbito. Algunos testigos señalaron que los atracadores salieron tranquilamente de la tienda y giraron por una calle contigua.
La policía de Móstoles hizo un barrido por toda la zona intentando detenerlos, pero no logró ubicarlos.
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