PSdeG y BNG preparan su alianza con un acuerdo para no agredirse en la campaña
Touriño ni siquiera cita a los nacionalistas, y Quintana sólo ataca con cautela a Zapatero
El pacto de Gobierno entre el PSdeG y el BNG, el único posible si el PP pierde la mayoría absoluta en Galicia, aún tiene un largo camino por recorrer, pero ya se han dado los primeros pasos. Las dos formaciones han acordado, en contactos a diferente nivel, no agredirse en la campaña, al contrario de lo que sucedió en 2001. El socialista Emilio Pérez Touriño ni siquiera nombra a los nacionalistas; simplemente no existen en su campaña. Y Quintana ha tardado cinco días en pronunciar el nombre de su único socio posible, al que hasta ahora llamaba "el otro".
Por primera vez en años, el PSdeG y el BNG no compiten por su electorado fronterizo. Ambas direcciones, según fuentes de las dos formaciones, han llegado a la conclusión de que a ninguno de los dos les interesa esa lucha.
Sólo el BNG, sobre todo con la intención de movilizar a su electorado joven y nacionalista, lanza críticas centradas en el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y en la idea de que Galicia no puede estar controlada desde Madrid.
También esto último estaba hablado antes de las elecciones. Ninguna de las dos formaciones reconoce un acuerdo oficial. El BNG habla de "pacto implícito". Lo cierto es que hubo varias conversaciones con una conclusión: a los dos les interesa evitar la imagen de división que se transmitió en 2001, cuando ambos luchaban para ver quién era finalmente la segunda fuerza en Galicia. Por eso el PP insiste en que si pierde el Gobierno de la Xunta, llegará el caos.
Una vez asumido, porque lo dicen todas las encuestas, que el PSdeG va a recuperar ese papel de mayor partido de la izquierda, a los socialistas les interesa especialmente que el Bloque no caiga en picado, porque es la única manera de arrebatarle a Manuel Fraga la mayoría absoluta. El BNG tampoco está especialmente interesado en criticar a los socialistas, y se queda más bien con el papel de ariete contra el PP. Mientras los reproches de Touriño a Fraga son moderados, Quintana dice de él, por ejemplo, que ha convertido a la Xunta en "la mayor empresa familiar de Galicia".
Touriño no habla en sus mítines de los nacionalistas, como si no existieran. Sólo lanza sus propuestas y critica a Fraga. Cuando se le pregunta directamente, explica que el "nacionalismo democrático" en Galicia no está visto por nadie como un peligro. Pero en su discurso oficial de campaña ni siquiera aparece.
Anxo Quintana tardó cinco días en nombrar a Touriño. Fue para reprocharle que no hubiera acudido al debate en la televisión autonómica celebrado esta semana. El cabeza de lista del PSdeG no se prestó a debatir con Quintana porque exigía que también estuviera Fraga. "Esperaba otra cosa de Touriño", dijo el líder del Bloque en Vilagarcía de Arousa el miércoles pasado. Hasta entonces, Touriño sólo había sido "el otro". Si lo más acerado que se le puede decir a un rival en plena carrera electoral es que uno se esperaba "otra cosa" de él, parece evidente que el candidato nacionalista despliega en esta campaña una política de guante blanco hacia el PSdeG.
También ha desaparecido, al menos en campaña, otro de los obstáculos para este pacto: la abierta oposición del alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, quien, lejos de criticar al BNG, como hacía siempre, ha dicho que está comprometido "hasta las cachas" con Touriño y con lo que él haga para llegar al Gobierno.
El gran escollo de la relación entre los socialistas y los nacionalistas, la crisis del Ayuntamiento de Vigo, también ha entrado en vías de solución definitiva. La ciudad fue gobernada por una coalición de ambos partidos, y el ex juez Ventura Pérez Mariño accedió así a la alcaldía. Pero el enfrentamiento abierto entre éste y el líder del Bloque en Vigo, Lois Pérez Castrillo, abrió una crisis que acabó devolviendo el poder al PP, que ahora gobierna la ciudad con la ex consejera Corina Porro al frente.
El Bloque dio el primer paso retirando a Pérez Castrillo como portavoz del grupo municipal. Ahora el PSdeG está preparando, para después de las elecciones del 19-J, la salida de Pérez Mariño, agotado tras una larga crisis política, según avanzaba ayer Faro de Vigo y confirmaron fuentes de la máxima dirección socialista. Lo que no está tan claro es que eso lleve a una moción de censura para recuperar la ciudad.
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