Descrédito total
La selección española empata en el último minuto frente a Bosnia y se complica la clasificación
La selección empató en el último minuto frente a Bosnia y la gente lo celebró como una victoria ante Brasil. Así está la selección en estos momentos, sin crédito, con un horizonte que invita al desánimo. Sus penurias frente a Lituania se repitieron ante Bosnia, equipo de cuarta fila que nunca podría poner en dificultades a España. Pero a la selección le pone en apuros cualquiera. No hay otra conclusión posible. Cada partido es una agonía y una pérdida de prestigio para el equipo, cada vez más alejado de la gente, cada vez más rutinario, cada vez más aburrido.
Luis Aragonés no observó ninguna señal preocupante en el partido con Lituania y repitió con un equipo que tiene un aire rutinario. Sólo Del Horno saltó de la alineación. Un cambio de lateral nunca es una cuestión mayor, salvo que el lateral sea un cañón brasileño. El Roberto Carlos de sus mejores tiempos, por ejemplo. Así que España salió con un equipo que había aburrido y defraudado, un equipo que no produce entusiasmo, que viene herido desde la eliminación en la última Eurocopa.
ESPAÑA 1 - BOSNIA 1
España: Casillas; Michel Salgado, Marchena, Puyol (Juanito, m. 8), Antonio López (Xabi Alonso, m. 63); Joaquín, Albelda, Xavi, Vicente; Raúl y Fernando Torres (Luque, m. 36).
Bosnia: Tolja; Spahic, Bajic, Vidic (Milenkovic, m. 76), Music; Beslija, Barbarev, Grujic (Damjanovic, m. 75), Grlic; Misimovic (Halilovic, m. 65) y Bajramovic.
Goles: 0-1. M. 39. Albelda despeja mal y el balón le llega a Misimovic, que regatea a Casillas y marca. 1-1. M. 96. Centro de Xabi Alonso y Marchena remata tras un rechace.
Árbitro: Renatus Hendrikus (Holanda). Expulsó a Halilovic (m. 89) y Beslija (m. 95). Amonestó a Spahic, Damjanovic y Albelda.
Partido de clasificación para el Mundial 2006. Unos 37.000 espectadores en Mestalla.
Lejos de apostar por algo diferente, Luis mantiene a los mismos jugadores con el mismo sistema, una manera que privilegia a los extremos. Un equipo con extremos sabe a lo que juega: ampliar el campo al máximo y buscar los desbordes desde los costados. Eso tiene algún costo en ocasiones, sobre todo en un sistema que añade un media punta (Raúl) y un delantero puro (Torres). El medio campo se adelgaza y el equipo puede terminar fracturado. Pero el coste se antoja pequeño frente a rivales como Lituania o Bosnia, que no pertenecen a la realeza del fútbol precisamente. Por eso extrañó la elección de Albelda sobre Xabi Alonso. La selección protagonizó su mejor momento frente a Inglaterra, que sí pertenece a la realeza, con Alonso y Xavi en la dirección. Luis no ha repetido el experimento en ninguno de los dos partidos en Valencia, en condiciones claramente favorables para hacerlo. Lo que hizo fue una declaración de principios: este es el equipo que me gusta. El problema es que no funciona, aburre y comienza a despertar la antipatía de los aficionados.
Lo que caracteriza a España es la rutina. No de ahora. El equipo se parece a muchos otros anteriores. Estraga un poco, la verdad. No juega mal, ni bien. No es poderoso en el capítulo ofensivo, ni en el defensivo. Nada destaca en la selección española, que no tiene ningún rasgo diferencial. En sus mejores días, el equipo es aseado con la pelota, pero se ha llegado al punto de convertir la virtud en un defecto. La selección mastica tanto el juego que reblandece el fútbol, lo vuelve débil, sin sorpresa, sin pujanza, sin alternativas. Porque esa es otra, o España juega con su molinillo, o no hay nada que hacer. No mezcla el juego, no cuenta con futbolistas capaces de marcar diferencias por su poderío atlético. En realidad, no se distingue por nada. Tras su empate frente a Bosnia, España se ha complicado la clasificación para el Mundial. Pese a todo, resulta casi impensable que no lo consiga en un grupo lleno de equipos de tercera fila: Lituania, Bosnia, la declinante Serbia, San Marino...Pero si alcanza el Mundial este equipo no ofrece ninguna garantía. A nadie se le ocurre pensar que España pueda conquistar la Copa del Mundo con esta generación de futbolistas, con este equipo que no cuenta con nadie que sea bandera del fútbol actual. Ni bandera, ni nada. No hay aspirante al título que no disponga al menos de dos o tres jugadores que sean estrellas indiscutibles, generalmente uno por línea, y especialmente en la delantera. España no dispone de esta clase de gente. Incluso alguno que merece la pena, por discutido que sea, no encuentra sitio. Cuesta creer que Guti no figure entre los seleccionados, como si a este equipo le sobraran jugadores de ingenio.
Por supuesto, España tuvo más oportunidades, mereció la victoria y tuvo la suficiente mala suerte en la jugada del gol rival. Albelda, el jugador destinado a no cometer errores en el medio campo, se equivocó gravemente en un despeje con el pecho y le dejó la pelota a Misimovic, que regateó a Casillas con elegancia y dejó la pelota en la red. Con toda la fortuna que se quiera, Bosnia se aprovechó antes y después de su gol de la penosa pegada de España. La selección marca menos goles que nunca. Sus oportunidades, y tuvo algunas frente a Bosnia, tienen el aire espumoso que caracteriza al juego del equipo. Es una selección ligera para todo. Hasta para anotar goles. Torres no acaba de demostrar todas las condiciones que se le suponen; Raúl ha perdido frescura y olfato; Luque tiene un martillo en la pierna izquierda, pero de ninguna manera es el delantero que los aficionados se imaginan para ganar partidos en un Mundial. También hay problemas con los extremos. Vicente está todavía lejos de su mejor estado físico. Joaquín, porque es así. Tiene unas condiciones extraordinarias -veloz, hábil, con un cuerpo perfecto, un toque delicado, un remate poderoso-, pero las administra con una usura desesperante. Ante el pegajoso Music, pasó desapercibido. Le ocurre demasiadas veces. Para un equipo que depende de los extremos, la respuesta es decepcionante.
Del resto se ocupó Bosnia, equipo con gravísimas limitaciones y un poco de estilo con el balón. Igualó el partido con bastante fortuna y con una decisión que aniquiló el juego de España. El marcaje individual de Grulic a Xavi le dio un rédito inmenso. Xavi desapareció y España multiplicó todos sus defectos sin un generador de fútbol. La gente miraba con ansiedad a Xabi Alonso, pero el chico estaba sentado en el banquillo. Cuando salió era demasiado tarde. Todo era desesperación, urgencia y sensación de fracaso.
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