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Frida Kahlo, la obra de una leyenda

La Tate Modern de Londres logra reunir 87 óleos, dibujos y acuarelas de la artista mexicana

La Tate Modern exhibirá en Londres desde mañana hasta el 9 de octubre 87 trabajos de Frida Kahlo, incluidos 67 de los menos de 150 óleos que pintó la artista mexicana (1907-1954). Mujer de personalidad extraordinaria y salud frágil, inspiración de surrealistas, feminista, revolucionaria y andrógina, compañera apasionada del gran muralista Diego Rivera, la exposición constituye una muestra de la formidable síntesis de lo personal y lo político de una pintora convertida en un icono. La exposición, la mayor desde los años ochenta, reúne 62 óleos, 16 dibujos, siete acuarelas, una litografía y un fresco. No es fácil reunir la obra de Kahlo, cuyas obras han sido declaradas monumento nacional en México, aumentando así la tendencia a la opacidad de los coleccionistas.

Carlos Philips de Olmedo, hijo de la protectora y gran coleccionista de Frida Dolores Olmedo Patiño, aporta unas 25 obras que irán luego a Caixa Galicia en Santiago de Compostela. Es la única parte de la exposición que viajará tras la exhibición de Londres. "Con ellos hemos hecho un intercambio: hemos llevado Henry Moore a México a cambio de sus préstamos. Es un modelo de intercambio a seguir que huye de la figura colonial de coger sin dar nada a cambio", explicó ayer el director de la Tate Modern, el valenciano Vicent Todolí. La Tate ha reunido la colección a través de intermediarios que a menudo han mantenido en secreto la procedencia de las obras. "Muchos de los coleccionistas no sé quiénes son. Sólo sé quién nos ha dado acceso a ellos", explica Todolí.

De Frida Kahlo se conoce más su vida que su obra. Sus problemas de salud, herencia de una poliomielitis infantil y de un grave accidente de autobús en la adolescencia, la mantendría durante meses postrada en cama y la llevarían a la pintura, único escape a los días interminables de convalecencia. Su sexualidad andrógina y siempre ambigua, marcada por las fotografías familiares en las que aparece vestida de varón. Su tormentosa relación con el que fue dos veces su marido, Diego Rivera. Su apego al México revolucionario y mestizo. Su militancia política combativa, su feminismo feroz, sus borracheras inmensas, la presencia constante de la introspección y la muerte en su obra. Su muerte temprana, su vida de leyenda y el interés de algunos coleccionistas célebres, como la cantante Madonna, han contribuido a convertirla en un icono del arte del siglo XX.

Vida y obra

"Esperamos que el hecho de que Frida Kahlo sea una figura de culto sirva para que la gente venga y mire la obra porque muchas veces la gente la conoce pero se olvida de su obra. Su personalidad es muy fuerte pero va inescrutablemente unida a su pintura, no se puede hacer una diferencia", explica Todolí, que aclara que la exposición no ha sido montada por él, sino por Emma Dexter, conservadora de Tate Modern, y Tanya Barson, conservadora de Tate Liverpool, con el patrocinio del banco HSBC. "Hemos intentado huir un poco de ese culto a la personalidad y en la exposición no hay ni una fotografía. Sólo está su obra. Lo que queremos decir a la gente es que miren la obra, que es lo más importante. Luego, si quieren, que vean la película, que lean los libros. Pero la exposición es sobre su obra, no sobre ella".

"Su obra es importante por muchos factores, no por uno sólo", explica el director de Tate Modern. "Es un cruce de influencias: desde ser una musa de surrealistas como André Breton a ser una mujer que hace una reivindicación muy fuerte del feminismo en un momento en que apenas existía en ningún país latino; también por su sexualidad, por el hecho de estar casada con un personaje tan fuerte como Diego Rivera, y porque generaciones posteriores la recogen como bandera. Esos son algunos de los elementos, pero hay más".

"Frida Kahlo ha conseguido una admirable síntesis entre lo personal y lo político", subraya Emma Dexter en el catálogo que acompaña la exposición. "Sus trabajos abarcan desde intensas expresiones de introspección a sofisticadas cartografías del nuevo México democrático a la búsqueda de una identidad nacional, pasando por óleos extraordinariamente ambiciosos que abordan la historia global de la humanidad y la metafísica". Una obra que "refleja sus permanentes interrogantes acerca de la sexualidad, la diferencia sexual, la marginalidad, la identidad cultural, la subjetividad, la política y el poder", en palabras del profesor Joan Borsa.

La exposición, organizada fundamentalmente de manera temática, se abre con dos lienzos que reflejan la permanente presencia de la vida y la muerte en la obra de Kahlo. El primero es Mis abuelos, mis padres y yo (1936), un árbol genealógico de la familia dominado por la figura central del retrato de boda de sus padres, Guillermo, alemán emigrado a México, y Matilde, mestiza mexicana, y la menuda Frida a los tres años, disimulando el lastre dejado por la polio. El otro es Pensando en la muerte (1943), un autorretrato con una calavera en la frente.

Cambio espiritual

En la última sala, los organizadores han reunido las obras que reflejan el cambio espiritual de Kahlo, la muerte ya cercana, con obras como La columna rota, en la que una columna arquitectónica sustituye su quebrada columna vertebral; o la impresionante El abrazo de amor del Universo, la Tierra (México), Yo, Diego y el señor Xólotl (1949), en la que Diego Rivera se convierte en un bebé en brazos de una Frida que está en brazos de un México triste y alegre al mismo tiempo, abrazado a su vez por la humanidad.

En medio quedan decenas de autorretratos, de testimonios de su tormentosa relación con Diego Rivera, de muestras constantes de la presencia de México y la cultura nativa. Ahí está la conocida Las dos Fridas, la Frida feliz junto a la Frida infeliz, unidos los corazones de ambas por una arteria común. Sus naturalezas muertas, que más parecen naturalezas vivas, con frutas exóticas de mil colores. O la terrible, imponente y aséptica Nacimiento o Mi nacimiento, en la que Frida da a luz un hijo muerto, el rostro tapado por una sábana, la sangre cayendo al lecho y una virgen María presidiendo la estancia.

En paralelo a la exposición, la Tate ha organizado ciclos de cine que incluyen La vida y muerte de Frida Kahlo, el documental de 40 minutos rodado por Karen y David Crommie en 1966 que rescató la personalidad de Frida, oculta bajo la larga sombra de Diego Rivera. La exposición de la Tate Modern coincidirá durante unas semanas con Frida Kahlo: Retratos de un icono, una exposición de 50 fotografías en la National Portrait Gallery abierta hasta el 26 de junio.

La conservadora de la Tate Modern de Londres, Emma Dexter, contempla <i>Las dos Fridas,</i> de Frida Kahlo.
La conservadora de la Tate Modern de Londres, Emma Dexter, contempla Las dos Fridas, de Frida Kahlo.REUTERS
Autorretrato de la artista.
Autorretrato de la artista.REUTERS

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