Vuelta al 'cole' en junio

No ha sido una marcha traumática. Ni mucho menos. Los cuatro meses que los 170 alumnos del colegio concertado de Santa Teresa del Carmel han pasado fuera del centro a causa de los desalojos han sido toda una experiencia para los chavales. El 27 de enero, cuando ocurrieron los primeros hundimientos, tuvieron que abandonar el edificio de la calle del Llobregós. Una parte fue a otro centro de la misma escuela en la calle de Lugo y el resto ocupó durante tres semanas las aulas del colegio Piaget y luego pasó a un local de alquiler. Ayer, después de recibir el acta de ocupación que certifica la estabilidad del inmueble, los alumnos pudieron regresar al edificio de Llobregós.

Khiara, estudiante de segundo curso de secundaria, tenía "muchas ganas" de volver. "Esto ya es como mi casa", aseguró mientras entregaba a su profesor el examen de matemáticas. Su compañero de enfrente opina lo mismo, pero con un matiz. "¡Yo vivía justo al lado del cole de la calle de Lugo!", le replica. "¡Además nos invitaron a ver dos partidos del Espanyol y nos recogieron con el autobús del primer equipo!", añade con brío el chaval. Se forma entonces un barullo en el aula que el director del centro, Reynaldo León, se encarga de cortar.

"Las obras han sido muy rápidas y han terminado en el plazo previsto. Lo cierto es que el edificio no estaba dañado. Pero no queríamos venir antes para que los padres y los chicos estuvieran tranquilos", explicó León.

Los chavales no podrán disfrutar del patio de la escuela hasta la semana que viene. De momento, pasan las horas de recreo y educación física en las instalaciones del polideportivo del barrio, que está a unos 100 metros de la escuela.

"Ahora necesitábamos venir, porque en el anterior colegio sólo teníamos siete ordenadores con conexión a Internet. Necesitamos más, porque ya empieza el crédito de síntesis", añadió Khiara. Nadie conoce aún los contenidos del trabajo de final de curso. Sólo saben que hoy se van a la Cerdanya a prepararlo, y recordarlo arranca de nuevo el entusiasmo de los chavales. Antes de irse, señaló el director del centro, un alumno de la clase, Oriol Soto, debía recoger el premio literario que organiza Coca-Cola. "Ha ganado en la modalidad de prosa en lengua catalana. ¡Para que digan del Carmel!", tercia León.

Hay dos alumnos de la clase para quienes el regreso no es completo. Javi y Manolo aún están desalojados de sus casas. Uno vive en un hotel y el otro en un piso de alquiler. "Desde el hotel tardo sólo 10 minutos en llegar al cole. Pero tengo ganas de volver a casa, ya estoy cansado del hotel", se lamenta Javi.