_
_
_
_
_

Depresión y estrés postraumático

"Entre el 40% y el 80% de las mujeres que dan el paso de denunciar una situación de malos tratos tienen un cuadro depresivo y entre el 50% y el 60%, síntomas de estrés postraumático". Rosa Patro es profesora de la Universidad de Murcia de psicología criminal y está especializada en violencia de género, una parcela sobre la que lleva siete años investigando. Pero además, después de haber trabajado en el centro de corta estancia de Alicante, ahora ejerce de supervisora del equipo de psicólogos.

Esta especialista relata que son frecuentes las pesadillas, episodios de flashback -"recuerdos intrusivos en los que revive episodios asociados a la violencia que padeció"-, embotamiento afectivo, insomnio, dificultad de concentración, irritabilidad, sobresaltos o miedo a los espacios abiertos.

De ahí que la prioridad cuando llegan estas mujeres a los centros sea recuperarlas psicológicamente a través de una intervención personalizada que haga frente a las secuelas del maltrato, así como los sentimientos de culpabilidad y el importante déficit de autoestima que presentan.

Éste fue uno de los aspectos que echó en falta el Síndic en el estudio La respuesta institucional a la violencia contra la mujer en as relaciones de pareja en la Comunidad Valenciana. En la presentación del documento, Bernardo del Rosal, señalaba que en ocasiones, no se prestaba atención a las necesidades de tratamiento psicológico, un aspecto recogido en el informe en el apartado de las opiniones de las asociaciones de mujeres que denuncian que "los programas que se despliegan, cuando se despliegan, van destinados al conocimiento de tareas domésticas, como limpieza o cocina, la creación de hábitos de conducta de higiene personal o el cuidado de los niños pero no a su recuperación psicológica". Y aún añadía más "esa carencia es definida como dramática por parte de las entidades".

Este juicio que comparte Alicia Gil, gerente de la Fundación Isonomía de Castellón, no lo hace suyo Rosa Patro, al menos, en lo que se refiere a los centros que conoce. Y especialmente en el que trabaja. "Realizamos una intervención en diversos planos", comenta la especialista en violencia doméstica. El primero consiste en un abordaje individualizado en función del perfil que presente la mujer: "Hay que tener en cuenta que el maltratador ha pasado años aislando socialmente a la mujer, muchas veces forzándola a que abandonara su trabajo y provocando que dependiera de él". Las intervenciones se dirigen a rebatir las creencias tradicionalmente que asocian papel sexual y de género, se aborda la dinámica de las relaciones violentas o el perfil de los hombres violentos "para que los reconozcan y aprendan a prevenir situaciones similares", además de las secuelas de la violencia para ellas o sus hijos.

Y es que la profesora de psicología insiste en que no sólo se trata a las mujeres sino también a sus hijos, en contra de lo que plantea el Síndic. "Ponemos este objetivo al mismo nivel que el de las madres", apunta, "tanto su expresión emocional, como su sentimiento de culpa por no haber podido parar la violencia".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_