Nuevo paro registrado
Seguimos con los cambios estadísticos. A este paso, en poco tiempo vamos a vivir en un país nuevo, al menos desde el punto de vista de su percepción estadística. Esta vez le ha tocado el turno al paro registrado en las oficinas públicas de empleo, que publica mensualmente (con datos del último día de cada mes) el Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE, antiguo Inem). Ya ven, hasta ahora escuchábamos a los dirigentes políticos (de todos los partidos) que la verdadera cifra de paro era la del Inem y no la de la EPA, ya que ésta era una encuesta, y ya se sabe la poca credibilidad que en este país tienen las encuestas, mientras que el paro registrado era una simple y fácil suma de las personas que pasaban por las oficinas de empleo a inscribirse como parados, es decir, una especie de censo, mucho más fiable que cualquier encuesta. Pues resulta que no, que las cifras del paro registrado eran de pésima calidad y no reflejaban correctamente a este colectivo. Hasta el punto de que la Comisión Europea no aceptó dichas cifras como indicador utilizable para el Plan Nacional de Acción para el Empleo que deben presentar anualmente los miembros de la UE.
Subsisten diferencias en la definición de paro entre EPA e Inem, que deberían haberse eliminado
Por ello, y por la necesidad de coordinar la información y los servicios de empleo de las CC AA, a las que se les iban traspasando las competencias sobre la materia, surgió ya en 1999 el Sistema de Información de los Servicios Públicos de Empleo (SISPE), uno de cuyos productos estadísticos es la medición del paro registrado. El problema es que han tenido que pasar cinco años hasta que se ha implantado este sistema, lo cual no obedece sólo a que las cosas de palacio van despacio, sino, creo yo, a que el nuevo sistema de conteo aflora casi medio millón de parados más, y eso no es fácilmente digerible para el político que tiene que tomar la decisión.
El fuerte aumento no significa que ahora haya más parados, sino que se contabilizan de otra manera, y la diferencia surge porque la cifra de parados no se obtiene automáticamente, sino que parte de la de demandantes de empleo, a la que se van restando los colectivos que no se consideran parados, según una orden ministerial de 1985. En el mes de enero último había 3.135.011 demandantes de empleo, de los cuales, el antiguo sistema de contabilización (SILE) sólo computaba como parados 1.723.449. La diferencia se suponía que estaban ocupados en otro empleo o eran extranjeros, subsidiados agrarios o sin disponibilidad inmediata para el trabajo (pensionistas, estudiantes, etcétera). El nuevo SISPE nos dice que dejaban de computarse como parados 453.150 de esas personas, y no porque haya cambiado la definición de paro (excepto en el caso de los inmigrantes, que ahora sí se computan), sino porque el sistema de gestión no actualizaba los cambios de situación de esas personas que se producen con posterioridad a la presentación inicial de la demanda de empleo. Estos cambios se captan ahora cruzando los datos con otras bases de datos administrativas, fundamentalmente las de la Seguridad Social.
Ahora el número de parados registrados se aproxima mucho al de la EPA (gráfico izquierdo). Subsisten diferencias en la definición de paro entre ambas estadísticas, que deberían haberse eliminado aprovechando el cambio. De hecho, el SPEE publica la cifra denominada DENOS (demandantes de empleo no ocupados), que aún eleva la cifra de parados registrados en otras 334.000 personas y que se deduciría utilizando la definición de paro de la EPA (gráfico derecho). ¿Quién dijo que era fácil contar a los parados?
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.