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CRISIS EN EUROPA | Nuevo Gobierno en Francia

Villepin forma un Gobierno continuista y prescinde de Barnier al frente de Exteriores

Philippe Douste-Blazy, hombre de confianza del primer ministro, dirigirá la diplomacia francesa

El palacio del Elíseo dio a conocer ayer el nuevo Gobierno del primer ministro, Dominique de Villepin, y del ministro de Estado, Nicolas Sarkozy. Aparte de la vuelta de este último a Interior, el único cambio importante es la llegada a Exteriores de Philippe Douste-Blazy, un hombre de confianza del primer ministro, en sustitución del europeísta Michel Barnier, que paga así la derrota gubernamental en el referéndum. Hoy se celebrará el primer Consejo de Ministros y el miércoles Villepin expondrá su programa de Gobierno en la Asamblea Nacional antes de pedir el voto de confianza.

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El Ejecutivo se reduce ligeramente de tamaño. Pasa de las más de 40 carteras que tenía el de Jean-Pierre Raffarin a 31. Gilles de Robien, el único miembro de la centrista UDF que ya estaba en el anterior Gobierno, ocupará el Ministerio de Educación en sustitución de François Fillon. Pascal Clément sustituye a Dominique Perben en Justicia; la que fuera portavoz de Chirac, Catherine Colonna, es la nueva ministra delegada de Asuntos Europeos, y Brigitte Girardin, la encargada de Cooperación, Desarrollo y Francofonía.

Pesos pesados como Thierry Breton, que llegó a la cartera de Economía y Finanzas el pasado 25 de febrero, y la titular de Defensa, Michèle Alliot-Marie, se mantienen en el cargo.

Sarkozy consigue introducir a dos de sus fieles: Christian Estrosi como ministro delegado de Ordenación del Territorio y Brice Hortefeux como ministro delegado de Colectividades Territoriales, dos carteras directamente dependientes de Interior. Queda fuera, sin embargo, uno de sus fieles, Patrick Devedjian.

Poco después de que se conociera la composición del Gobierno, en una entrevista en la cadena de televisión TF1 en la hora de máxima audiencia, Sarkozy aseguró que había aceptado entrar en el Ejecutivo "por responsabilidad" en "una situación difícil y compleja", y que su prioridad seguía siendo la de garantizar la "seguridad" de los franceses. Hoy mismo, anunció, viajará a Perpiñán, donde hubo graves disturbios, para "averiguar por qué la gente se comporta como salvajes".

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Pero conforme los franceses toman distancia respecto a la victoria del no en el referéndum sobre la Constitución europea, crece la irritación ante el desautorizado presidente Jacques Chirac, quien ha cambiado el Gobierno de Jean-Pierre Raffarin por un sorprendente artilugio bicéfalo formado por Villepin en el puesto de primer ministro y Nicolas Sarkozy como ministro de Estado. Las primeras encuestas muestran que Chirac bucea en cotas de popularidad nunca alcanzadas, las más bajas de los diez años que lleva en el palacio del Elíseo. Sólo un 24% de los franceses confía en él, según el barómetro mensual de Sofres; una caída de ocho puntos en un mes.

La pareja escogida por el presidente para gestionar la profunda crisis política en que se ha sumido el país tras la consulta del domingo tampoco despierta mucha confianza entre los franceses. Sólo un 36% confía en Villepin. Sarkozy sale algo mejor parado, con un 49%, y es quien encabeza la lista de políticos sobre los que trabajala empresa demoscópica Sofres.

Otra encuesta de Ipsos publicada por Le Monde señala que sólo un 36% aprueba el nombramiento de Villepin como primer ministro contra un 40% que lo desaprueba. Sarkozy también gana en el sondeo de Ipsos: un 56% aprueba su entrada en el Gobierno y sólo un 34% la critica. En resumen: hasta un 57% de los encuestados ve improbable que el Ejecutivo bicéfalo le devuelva la confianza.

Paradójicamente, aún salen peor parados los protagonistas de la campaña del no de la izquierda. El trotskista líder de la Liga Comunista Revolucionaria, Olivier Besancenot, aparece en primer lugar de la desconfianza con un 30%, mientras que en el ex primer ministro socialista Laurent Fabius, el jefe del no, sólo confía el 29% de los encuestados, muy poco para intentar el asalto a la presidencia en 2007.

Villepin tuvo ayer un día muy agitado, ya que, además de cerrar la composición de su Gobierno, tuvo que lidiar con su primera huelga como jefe del Ejecutivo, la de la empresa nacional de ferrocarriles SNCF, que paralizó parte de las grandes líneas que comunican las principales ciudades del país.

Dominique de Villepin visita una oficina de empleo en Sirris, cerca de París.
Dominique de Villepin visita una oficina de empleo en Sirris, cerca de París.REUTERS

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