Cultura de fotocopia
Parece que fue ayer cuando Oasis abanderaba a la juventud con un nuevo intento de reverdecer la música british y sus seguidores en todo el mundo se apuntaban a la línea trazada por este quinteto en el que muchos, aunque ahora renieguen de ello, veían a los nuevos Beatles. Ahora, en 2005 y colgando el cartel de "no hay billetes", por fin regresó la más popular banda de Manchester a España a presentar su último disco, Don't believe the truth, y como siempre, el juego estuvo en tratar de identificar a qué canción se parece cada tema de Oasis. De momento, el nuevo single, Lyla, parece un homenaje a Street fight man, de los Rolling Stones, y Mucky fingers está más que inspirada en Waiting fot my man, de Velvet Underground. También la cuestión era comprobar qué tal se llevan los hermanos Gallagher; pues bien, a juzgar por lo visto, mal, porque Noel se encarga ya de cantar varias canciones, mientras Liam desaparece de escena. Durante el resto del concierto ni se miran. Lo demás son consideraciones varias acerca de adónde ha ido a parar, después de sólo una docena de años de vida, el último proyecto de lanzamiento e implante internacional de la cultura musical inglesa. Seguramente a ninguna parte, porque parece que a Oasis no lo vuelve a colocar en el pedestal ni su Graciosa Majestad arremangada. Puro símbolo de la vacuidad musical de los años noventa -quedarse con la fotocopia porque se desconoce al original-, Oasis suena ahora a banda de pub en la que su componente de hooligan macarra se torna entidad estética. ¿Wonderwall la mejor canción del pop inglés de todos los tiempos? ¿Está la crítica musical inglesa todo el tiempo borracha o es que carece de memoria? En fin, que sí, que en Madrid todo el mundo hizo los cuernos y se desgañitó coreando las canciones del grupo. Pero si Lennon regresa del otro mundo y ve cómo está el panorama en su tierra, igual se olvida de su proverbial pacifismo y la arma. O, quizá, simplemente le hubiera regalado a cada individuo del público un recopilatorio de bandas británicas de los años sesenta, rompiéndole del todo los esquemas. Señor, Señor, que tiempos nos está tocando vivir...

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