Viviendas VPO
En Granada y en gran parte de los pueblos de la periferia, nuestra economía aparece claramente subida al carro del ladrillo. Lo que más me sorprende es que en la mayoría de los Ayuntamientos, el patrimonio municipal del suelo producto de las cesiones que son obligatorias por Ley, no es dedicado a la construcción de Viviendas de Protección Oficial (VPO), o a precio tasado. En muchos casos se realiza y abona en efectivo para la corporación de turno que casi nunca lo invierte en infraestructuras de interés público a las que por Ley está obligada.
El negocio del ladrillo prospera y hace opulentos a unos pocos, y un poco más ricos a otros, y endeuda de por vida a muchos en largas hipotecas. No se entiende por qué se construyen en la mayoría de los casos viviendas para las clases más acomodadas. La especulación, y sobrevalora-ción del suelo y las plusvalías que genera, conlleva muchas veces resultados límites: para muchas parejas es una odisea comprar una casa. Señores alcaldes: fomentemos no sólo las viviendas en zona residencial, sino también las viviendas para la gente más humilde. Busquemos, si no la igualdad absoluta, que es imposible, sí una cierta igualdad relativa, y arbitremos las medidas oportunas para intervenir en el mercadeo del suelo, frenar las plusvalías, cortar en lo posible la especulación. Sean, señores alcaldes, veraces, y transparentes en esta gestión tan importante para sus ciudadanos, el derecho a una vivienda digna, consagrado en la Carta Magna, pero enrarecido por un sistema neoliberal que sólo busca más ganancia y beneficio a costa de los que menos o nada tienen.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.