Opinionismo
Ironiza un amigo con mi lejanía de España. Dice que me sacudo de encima los asuntos que rabiosamente invaden los espacios de opinión en estos días; a saber: qué se ha de hacer con ETA. Dice mi amigo que es posible que la distancia sea el olvido y que los problemas nacionales pierdan peso en tu corazón cuando estás lejos. "¿Olvidarse de España?", le digo, "¿es eso posible para un español?". Ojalá, piensa uno, pero España duele lo mismo tanto si estás en Dakota como en Albacete. Además, imaginar que uno desconecta en estos tiempos de absoluta conexión cibernética es absurdo. Le digo a mi amigo que si no opino es porque estoy haciendo una cura de opinionismo. La cura de opinionismo para un opinador español es algo casi tan duro como quitarse del juego para un ludópata. La misma esencia del periodismo español es hoy en día la opinión inmediata. A muchos periodistas, tertulianos, escritores o caraduras se les paga por eso. Eso es lo que llena fundamentalmente programas de radio y páginas de periódicos. A eso de las siete de la mañana miles de opinadores profesionales se encaminan hacia su centro de opinión. Saben que tienen que llevar su opinión formada, saben que tienen que defenderla con vehemencia, saben que han de hacer sangre con aquellos que no piensen de igual manera. A veces desconocen el tema sobre el que van a opinar, pero qué importa, ellos opinarán lo mismo que los de su banda, porque no hay nada que le dé más gustito a la oveja que el estar con su pareja. Es muy duro desengancharse del opinionismo. Es duro admitir ante uno mismo: de este tema no puedo hablar, no tengo suficiente información, me faltan elementos de juicio, no sé qué pensar. Es duro; en España, cuando haces eso, se interpreta como que no te quieres significar o que eres un idiota. Ese exceso de opinionismo tiene la culpa probablemente del clima verbal tan agresivo que se ha generado en España. Cómo explicarles a los futuros periodistas que el periodismo consiste fundamentalmente en contar los hechos. Y cómo desenganchar del opinionismo a tantos opinadores que viven de eso, de echar espuma por la boca. No, no quiero opinar en estos días tan complicados, y no por miedo, sino porque a veces hay que esperar, esperar a ver qué pasa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.