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LA DERROTA DEL SPD | El futuro del canciller

La coalición pierde el margen de maniobra en el Senado

A la coalición de Gobierno que preside Gerhard Schröder no le queda margen de maniobra. El canciller se encuentra en la misma situación que sufría su antecesor, Helmut Kohl, en sus últimos meses: un bloqueo total a la actividad legisladora de su mayoría en el Bundestag (Cámara baja del Parlamento) por parte de un Bundesrat (Cámara de representación territorial) dominado por la oposición.

De 11 Estados federados que gobernaba la socialdemocracia en otoño de 1998, cuando Schröder llegó al poder, en los siete años de Gobierno de coalición de socialdemócratas y verdes ha perdido siete y sólo ha ganado uno: Berlín. De modo que la proporción de fuerzas en el Bundesrat hoy es inversa a la de 1998: el SPD tiene cinco Estados, y la oposición, 11.

Cualquier ley que el Gobierno apruebe en el Bundestag y que afecte de algún modo a los Estados federados debe votarse también en el Bundesrat. Es, por ejemplo, el caso de las cuestiones fiscales y las que tienen carácter económico. En estos casos la oposición puede bloquear la ley con la mayoría simple que tiene desde 2002.

Las elecciones en Renania del Norte-Westfalia no han cambiado nada esta situación. Pero con la pérdida de Renania, la coalición rojiverde ha perdido representación a escala regional, y con ello, el último apoyo de sus apoyos en los länder.

Esta pérdida de legitimación del proyecto rojiverde se une al bloqueo total del aparato legislador. A ello se suman la deuda pública de la Administración central, que asciende a 806.994 millones de euros (66% del Producto Interior Bruto); el déficit presupuestario, que amenaza con superar por cuarto año consecutivo el 3% que permite el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la UE; casi cinco millones de parados, y los rifirrafes diversos en el seno de la coalición, que cada vez se airean más en público. Todo esto ha contribuido a que la mejor opción de Schröder sea frenar cuanto antes el declive para salvar lo aún salvable.

Si, como auguran las encuestas, la Democracia Cristiana gana las elecciones en otoño, no tendrá que sufrir el bloqueo legislativo mientras goce del apoyo que tiene hoy en el Bundesrat. Esto le dará vía libre para emprender cualquier reforma, incluso para impulsar la del sistema político federal, actualmente estancada.

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