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Reportaje:

Filibusteros en Washington

El choque de republicanos y demócratas sobre la designación de jueces pone en peligro el Senado de EE UU

Si estalla en el Senado estadounidense la bomba nuclear que amenaza desde hace semanas contra el filibusterismo -la piratería parlamentaria que forma parte del corazón del sistema desde hace más de dos siglos-, James Stewart no volverá a Washington. El protagonista de la película de Frank Capra, el joven congresista Smith que habla en el Capitolio hasta el desfallecimiento para batallar contra la corrupción, no tendría oportunidad de bloquear el procedimiento, como tantas veces se ha hecho, si sale adelante la propuesta de eliminar el filibusterismo, un expresión que procede del español y del holandés. Y del resultado de este pulso dependen factores tan importantes como los futuros nombramientos en el Tribunal Supremo y el equilibrio entre el Legislativo y el Ejecutivo.

La Constitución permite a cada cámara dotarse de sus propias normas. La de Representantes legisla por mayoría simple entre sus 435 congresistas. El Senado -marco de negociación y equilibrio parlamentario, pragmatismo y freno a los excesos del Ejecutivo- actúa por consenso para "aconsejar y aprobar" leyes y nombramientos: decide la mayoría cualificada, y el derecho de la minoría a exponer sus razones y a bloquear procedimientos sólo puede ser superado con el voto de 60 de los 100 senadores. El filibusterismo permite que un senador pueda hacer una intervención infinita -leyendo, si lo necesita, la guía telefónica, recetas de cocina o el Código Civil, como hizo durante 24 horas y 18 minutos el senador Strom Thurmond en 1957- para evitar la aprobación de una ley o la confirmación de un nombramiento.

La maniobra es criticada habitualmente por el partido que tiene la mayoría en el Senado y defendida, y utilizada, por el que está en minoría. Los republicanos, en mayoría, se sienten frustrados, porque la minoría demócrata bloquea los nombramientos presidenciales de jueces. Los conservadores, que ejercitaron el filibusterismo cuando eran minoría, se quejan de que su uso se ha incrementado. Es así, pero lo que en realidad ha crecido desde hace una década es la polarización de la clase política.

Las negociaciones de los líderes de ambos partidos -el republicano y muy conservador Bill Frist y el demócrata de la vieja escuela Harry Reid- se rompieron la semana pasada. Si no se llega a un compromiso antes de la medianoche de hoy, Frist propondrá mañana un voto para finalizar el debate que comenzó el pasado miércoles sobre el nombramiento de la juez Priscilla Owen, propuesta por George W. Bush para el Tribunal de Recursos de Nueva Orleans. Si los republicanos no encuentran -y no encontrarán- cinco votos más para superar el bloqueo en curso de la votación sobre la juez, activarán la opción nuclear, que ellos prefieren llamar constitucional: someterán a votación la abolición del filibusterismo.

¿Qué ocurrirá entonces? Basta con mayoría simple para que triunfe la propuesta. Reid cree contar con cuatro votos de republicanos moderados disconformes con la voladura del filibusterismo. Serían insuficientes: incluso cinco, que darían un empate, no bastarían, porque el vicepresidente Cheney preside el Senado y su voto -sobre el que no hay duda- deshace empates. Para evitar el drama, la banda de los 12, formada por media docena de senadores moderados de cada partido, trabaja a contrarreloj en la búsqueda de un pacto por el que se dé luz verde al voto sobre algunos jueces, se retiren otros y se llegue al doble compromiso de no recurrir al filibusterismo y a la opción nuclear salvo en casos extremos. El republicano John McCain, miembro de la banda, cree que aún hay esperanzas, aunque reconoció ayer que es "difícil dar con el lenguaje exacto" que permita el compromiso.

El senador estadounidense Bill Frist.
El senador estadounidense Bill Frist.ASSOCIATED PRESS

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