Un vecino descubrió un artefacto tras darle una patada
El azar evitó que al menos una de las dos bombas colocadas por ETA en Zarautz se cobrara víctimas mortales. El vecino de la localidad guipuzcoana que descubrió el artefacto junto al restaurante Aiten Etxe dio una patada a la caja que lo contenía, antes de descubrir su contenido y avisar a la Ertzaintza. Ese mismo gesto reflejo -pegarle una patada a un bulto abandonado en medio de la calle- le provocó la amputación de una pierna y la pérdida de la visión de un ojo en 1982 al niño de diez años Alberto Muñagorri en Rentería.
En esta ocasión, la patada que le dio este vecino de Zarautz a la caja sólo hizo que ésta se abriera y se escuchara "un pequeño zumbido", según informó ayer el Departamento vasco de Interior. El paquete de ETA estaba colocado junto a un banco del parque Muntxio, cerca del restaurante Aiten Etxe, en el paseo entre Zarautz y Getaria. Tras ser avisados por la persona que lo descubrió hacia las 3.00, agentes de la Unidad de Explosivos de la Ertzaintza desactivaron el artefacto, compuesto por dos kilos de cloratita reforzados con explosivo plástico, un temporizador y un detonador. La policía vasca aseguró que la bomba estaba programada para que explotara hacia las 5.30, casi de forma simultánea al otro artefacto colocado en la localidad.
Este segundo paquete-bomba sí explotó. La deflagración se produjo a las 5.00 y afectó a un muro contiguo a la vivienda del dueño de la empresa Gráficas Otzarreta, dedicada desde hace 35 años a las artes gráficas y el diseño por ordenador.
No se produjeron daños personales, pero la familia del empresario tuvo que ser evacuada de la vivienda.
Los dos artefactos colocados ayer son de similares características a los que la banda terrorista hizo explotar el pasado fin de semana contra cuatro empresas de otras tantas localidades de Guipúzcoa. Todas estas acciones, según fuentes policiales, se encuadran en la campaña de extorsión contra los empresarios a los que exige el denominado impuesto revolucionario. El explosivo utilizado podría haber sido elaborado por la organización terrorista con parte de las cuatro toneladas de clorato sódico que la banda terrorista robó el pasado 22 de abril de una fábrica de productos químicos situada en las proximidades de Poitiers (Francia).
José Manuel Guesalaga, propietario junto a sus tres hermanos de Gráficas Otzarreta, afirmó que "en Euskadi [los empresarios] siempre tenemos el riesgo" de sufrir un atentado, por lo que su familia lo recibió con "miedo y temor". "No estamos acostumbrados a este tipo de situaciones, porque es la primera vez que nos ocurre, pero habrá que remontar y seguir", declaró a la Cadena SER. Y aseguró: "Ahora nos estamos reponiendo de lo sucedido, sobre todo porque no ha habido víctimas personales". Calculó que los desperfectos en el murete, en los tubos del sistema de riego y en las plantas del jardín podrían ascender a 6.000 euros.
Con este doble atentado, suman ya 21 los artefactos explosivos colocados por ETA contra intereses empresariales vascos desde mayo de 2003, fecha en que cometió el último atentado mortal, que costó la vida a dos policías nacionales en Sangüesa (Navarra).
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