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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

China es culpable

El Secretario del Tesoro norteamericano, John Snow, recientemente ha declarado que si en los próximos seis meses China no permite la apreciación del yuan frente al dólar, se incluirá a China en la lista de "manipuladores cambiarios", una acción que potencialmente puede llevar al Congreso a aprobar la imposición de aranceles sobre las importaciones chinas a fin de compensar la supuesta ventaja competitiva "fraudulenta" de los productos y servicios chinos. Las estimaciones conocidas sobre el importe del arancel lo sitúan en torno al 27,5%, lo que no es moco de pavo.

No hace falta ser ni sinólogo ni economista para darse cuenta de que Snow está cometiendo dos errores por el precio de uno. De una parte, no se tiene referencia alguna que pruebe que en los últimos dos milenios China haya adoptado decisiones bajo presión internacional. La segunda peor pesadilla de un político chino es perder la cara y la primera sugerir que sus acciones están poniendo en riesgo la soberanía china. Así, que desde un punto de vista estrictamente político, era más que natural que el primer ministro Wen Jiabao le recordase a una delegación de hombres de negocio americanos que la política de tipo de cambio china la deciden los chinos. No parece que esta apreciación quepa considerarla exotismo oriental.

Con las presiones sobre el yuan estamos comprobando que resulta mucho más difícil forzar una apreciación que una depreciación

Por lo que respecta a la argumentación económica, la regularidad empírica más incuestionable de mi vida profesional es que a los países que optan por un tipo de cambio fijo no les gusta cambiar de paridad. Por buenos que sean los motivos. Por solo hablar de la segunda mitad del siglo pasado, ocurrió en Reino Unido hasta la crisis de la libra de 1968, en EE UU hasta la voladura de Breton Woods en 1973, en Europa a lo largo de la sucesivas crisis de la Serpiente Monetaria y del Sistema Monetario Europeo, en Asia circa 1997, en Rusia en 1998, y más recientemente en Argentina. Y está pasando en China, donde el tipo de cambio fijo de 8,25 yuanes por dólar está vigente desde 1995, aun a costa de que la intervención cambiaria -y el posicionamiento especulativo- haya conseguido que las reservas internacionales crezcan exponencialmente -en doce meses han crecido el equivalente al 75% del total de reservas de Latinoamérica- y se sitúen en unos abrumadores 775.000 millones de dólares. Aunque los riesgos de basar el crecimiento en un tipo de cambio desajustado -por arriba o por abajo- pueden llegar a ser equiparables, lo que estamos comprobando es que resulta mucho más difícil forzar una apreciación que una depreciación.

La pregunta, sin embargo, debería ser cuáles son las consecuencias y para quién de la posible apreciación del yuan. Y la respuesta a esta necesaria pregunta es mucho menos obvia de lo que a primera vista parece. Si lo que buscan los diplomáticos americanos es que una apreciación del 5% de yuan -y a corto plazo, este porcentaje ya parece incluso llamativo por alto- suponga una reducción significativa de su problema de déficit comercial con China -alrededor de 162.000 millones de dólares- probablemente están infravalorando la capacidad de deprimir el salario real que tienen los 140 millones de desempleados y subempleados que según la CIA tiene China. Y, en todo caso, quizás pueden estar olvidando que si el resto de países asiáticos no siguen el ejemplo chino y se aprecian, lo más probable es que lo que cambie sea la composición geográfica del déficit, pero no su tamaño absoluto.

Quizás diversificar el origen del déficit sea políticamente bueno para el librecambio. Si por ejemplo, gracias a ello, los países de Centroamérica no ven naufragar su acuerdo de librecambio con EE UU -el CAFTA- bienvenidos sean los errores diplomáticos americanos. Pero si una presión política desmedida y mal dimensionada pone en riesgo la estabilidad de China, y este inmenso país, con su estructuralmente débil sistema bancario, se ve sometido a una crisis cambiaria de confianza como la que tantas veces ha ocurrido en Latinoamérica, los costes de esta estrategia de diferir el ajuste del nivel de gasto de los consumidores americanos serán muy elevados para todos: para Estados Unidos que perderá su financiador de última instancia, para China que entonces sí que perderá su consumidor de última instancia, y claro, para todos los demás que no sabremos de donde vendrá el crecimiento global. Mala cosa esa de buscar culpables, en lugar de socios para resolver los problemas. !Que panorama tan poco edificante!.

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