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Columna
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La pescadilla

Al final va a resultar que Jesús Gil fue un visionario. Y levantó 30.000 viviendas ilegales 12 años antes de que la Junta dijera donde se podían construir. Y encima acertó en un 85% de las parcelas. La administración está dispuesta a resolver el mayor desastre urbanístico cometido en suelo andaluz recogiendo la sensibilidad de la calle, que desde hace años está convencida de que nadie tirará las viviendas irregulares de Marbella. El plan avalado por la Junta permite blanquear un 85% de pisos negros que se edificaron en esta ciudad. Unas viviendas que compraron gente de buena fe y otras que no tenían tanta, porque esos pisos les sirvieron para enjugar dinero de procedencia ilegal. Eso lo dijeron desde el PSOE y desde el estamento judicial, a raíz de la actuación policial que reveló que había un despacho de abogados donde sus letrados para hacer negocio se ponían un casco de obra en vez de la toga. La solución de la Junta es una pescadilla que se muerde la cola. Afronta un grave problema, pero se traga el discurso del ejecutivo andaluz durante años. Abre paso a la gran legalidad, pero da amparo a 25.000 ilegalidades. Quizás sólo hubiera hecho falta esperar una única sentencia que avalara un único derribo. Una única casa demolida, para que hubiera un único símbolo ejemplarizante antes de este borrón y este plan nuevo.

Es una obviedad que la solución no pasaba por tirar 30.000 viviendas. Pero también es obvio que ha habido un pulso entre la Junta y los distintos gobiernos del GIL durante una década, y que el resultado final está más cerca de lo que Gil esperaba lograr que de lo que la Junta pretendía que no se hiciera. Dicen que es la única salida posible para un problema difícil. Pero no dicen que es lo que muchos temían que acabaría pasando. El ejemplo evidente de que la propuesta de la Junta ha dado alas a Marisol Yagüe es que ha pedido más. Quiere una amnistía para todo lo ilegal. También los constructores quieren más. Les parecen pocas 50.000 nuevas casas y 25.000 legalizadas. En Marbella han ocurrido muchas cosas, como las que sacó a la luz la operación Ballena Blanca. La voracidad del mayor mamífero del mundo es casi infinita. Y alguien pretende saciarla ofreciéndole una pescadilla que encima no tiene cola.

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