Las patronales rebajan su tensión sobre la presidencia de Confebask
Cebek debe decidir si mantiene sus reticencias por una cuestión formal
Las patronales están trabajando para calmar las aguas y realizar una transición tranquila en la presidencia de Confebask. La marcha de Román Knörr tras seis años al frente de los empresarios vascos ha abierto en las últimas semanas un nuevo conflicto territorial. Adegi, la patronal guipuzcoana, tenía el derecho no escrito de proponer presidente y eligió el día 10 a su vicepresidente, Miguel Lazpiur. Un problema "formal" y el que las patronales tienen la piel muy fina por las discrepancias políticas de los tres últimos años, hicieron pensar en una tentativa fallida. Sin embargo, el trabajo en la sombra está facilitando el acuerdo. Desde Confebask se busca conciliar en silencio. La patronal alavesa SEA ya ha anunciado que no pondrá problemas a la elección, mientras que la vizcaína Cebek lo analizará en su ejecutiva, pero se espera que no ejerza un bloqueo por una "mera cuestión de formas". Por ahora, es la única discrepante.
Hasta primeros de julio, cuando se celebrará el Consejo General de Confebask -la asamblea de la patronal la forman 10 miembros por cada organización territorial y dos por la confederación-, que eligirá al nuevo presidente, queda tiempo para mediar y tratar de reconducir la sucesión. Los mandatos en Confebask duran tres años. Su primer presidente fue el ya fallecido José María Vizcaíno, propuesto por Adegi. Le siguió el candidato de Cebek, Baltasar Errazti, y a éste el actual presidente, el alavés Knörr. Cerrada la ronda, todo el mundo daba por aceptado que correspondía a Guipúzcoa proponer al nuevo mandatario.
Elegir un candidato para presidir Confebask no ha resultado tarea fácil en Adegi. El puesto requiere un alto perfil institucional y resulta n incómodo escaparate ante el terrorismo. Los empresarios guipuzcoanos, especialmente marcados tras el asesinato de su presidente, José María Korta, en agosto de 2000, han tardado en lograr un candidato, pero lo encontraron finalmente en Lazpiur.
Aunque Adegi comunicó oficialmente su candidato a Confebask y ésta a las territoriales, prácticamente al mismo tiempo la patronal guipuzcoana hacía pública su decisión a través de un comunicado de prensa. Portavoces de Cebek y SEA criticaron que se enteraron del nombre por los medios de comunicación y lamentaron no haber sido consultados con anterioridad para poder definir conjuntamente el perfil de la persona propuesta, como, según sostuvieron, ha sido norma en Confebask. Después reconocieron que habían recibido una llamada de teléfono, pero deploraron que el anuncio no les hubiese permitido un mayor análisis del candidato. Las formas empañaban así unas relaciones ya difíciles. Sin embargo, desde el empresariado guipuzcoano se recuerda que nunca en la historia de Confebask se ha cuestionado a los candidatos elegidos por las territoriales.
Fuentes de Adegi lamentan que la excusa sobre el perfil del candidato empañe su elección. Los empresarios guipuzcoanos entienden que proponer al sucesor de Knörr es un derecho que les corresponde y que las otras dos organizaciones deben aceptar. Aun así, han asumido que se podían haber mejorado las formas al comunicarlo.
Las tres patronales territoriales han pasado durante el último mandato de Knörr por una situación delicada causada por el plan Ibarretxe. Las organizaciones empresariales vascas son tan plurales en su composición como la propia sociedad. Sin embargo, en octubre de 2002 llegaron a un acuerdo para censurar la iniciativa del lehendakari, al considerar que ahondaba la división en Euskadi. El propio comunicado en que dieron a la luz esa decisión, aprobado por las tres patronales, ya generó divisiones cuando se hizo público. Además, pese a ser lo único aprobado sobre la cuestión, quedó en el olvido. Su propio recuerdo irritaba a Cebek y Adegi, que se situó incluso al borde de la escisión.
En el final del mandato de Knörr, las heridas siguen abiertas y cualquier excusa es buena para discrepar en público. Aunque es cierto que, tras una primera divergencia, el problema se intenta resolver en el estricto ámbito privado de las asociaciones, no es menos cierto que la polémica roza ya las relaciones personales.
En el actual conflicto, Adegi ha reconocido ya su error ante sus iguales en Confebask. El SEA ha aceptado ya la propuesta de Lazpiur, según aseguró el pasado viernes su secretario general, José Manuel Farto, y no obstaculizará su nombramiento como se apuntó en un primer momento. El problema es Cebek, donde su presidente, José María Vázquez Eguskiza, mantiene todavía el pulso.
Aspiraciones personales
Vázquez Eguskiza va a llevar a la consideración de su comité ejecutivo decidir si aceptan las disculpas de Adegi y facilitan el nombramiento o se mantienen en su postura de bloqueo. En todo caso, fuentes empresariales aseguran que las reticencias de Cebek vienen también alimentadas por las aspiraciones del propio Vázquez Eguskiza, delegado para el País Vasco de la constructora OHL y de Construcciones Sobrino, empresa radicada en Guipúzcoa.
El presidente de Cebek, según estas mismas fuentes, al vislumbrar los problemas de Adegi para encontrar un candidato adecuado, habría llegado a abrigar esperanzas de que el turno pasase a su organización y que él mismo fuese, en ese caso, el propuesto. Vázquez Eguskiza es de conocida filiación nacionalista y su nombre se ha postulado incluso como consejero de Industria en alguno de los gobiernos del hoy lehendakari en funciones, Juan José Ibarretxe.
Aunque al candidato actual, Miguel Lazpiur, se le sitúa también ideológicamente próximo al PNV, no se le conoce ninguna actividad política reseñable, destacan fuentes de la propia Adegi. Algunos de quienes le propusieron aseguran incluso que desconocían sus inclinaciones políticas, algo normal en Guipúzcoa, donde existe una clara mayoría social nacionalista, indican. En todo caso, y según sostuvo la pasada semana el secretario general de Confebask, José Guillermo Zubía, el nombre de Lazpiur no ha sido puesto en cuestión. Zubía apoyó el perfil del candidato y dejó entrever que las diferencias eran sólo formales y que, por tanto, no habría mayor problema para resolverlas.
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