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Berlusconi espera evitar una derrota en las municipales del sur de Italia

Enric González

El Gobierno italiano pendía anoche del resultado de las elecciones municipales en Catania. La crisis política que obligó a cambiar el Gabinete en abril, la caída de la economía en recesión y el abrumador desplome del centro-derecha en las recientes regionales hicieron de Catania, una de las ciudades más vitales del sur, una especie de prueba definitiva. Una derrota ahí podría ser la señal definitiva para Silvio Berlusconi, que había especulado con la posibilidad de abandonar. Con muy pocas mesas escrutadas, el centro-derecha berlusconiano, representado por el alcalde saliente, Umberto Scapagnini, mantenía una ligera ventaja (50,5% frente a 48%) respecto al candidato del centro-izquierda, el ex ministro Enzo Bianco.

Se trataba de una diferencia insignificante, dada la abundancia de candidaturas, 14 en total, y las grandes variaciones por barrios. El escrutinio funcionaba con lentitud porque las 14 candidaturas habían obligado a confeccionar una papeleta de 97 centímetros de longitud repleta de recuadros a rellenar por el votante. En Enna, la otra ciudad importante de Sicilia donde se celebraban elecciones, la ventaja correspondía al centro-izquierda.

Berlusconi era consciente de que una derrota en Catania, donde su candidato Scapagnini arrasó en las elecciones de 2000, certificaría la práctica desaparición de Forza Italia en el sur del país. En las regionales del 4 de abril, el centro-derecha sólo venció en la esquina noreste, Véneto y Lombardía, y cedió el resto del mapa al centro-izquierda de Romano Prodi. El nombramiento de un ministro, Gianfranco Micciché, dedicado específicamente al sur, quiso ser una señal de que Il Cavaliere no perdía la esperanza de recuperar terreno en un área vital para mantener alguna posibilidad de victoria en las generales de 2006.

Plan de choque

El presidente del Gobierno italiano convocó para el jueves una reunión con la patronal y los grandes sindicatos con la intención de debatir un plan de choque contra la falta de crecimiento económico, una de las principales razones de su impopularidad. Italia entró oficialmente en recesión (reducción del producto interior bruto) en el primer trimestre del año, y el déficit presupuestario amenaza con superar el 3,5% del PIB a finales de año. "Estamos haciendo lo que podemos, la responsabilidad de la crisis corresponde al Gobierno de la izquierda, que arruinó al país, y a las condiciones de la aplicación del euro establecidas por Romano Prodi", declaró ayer Berlusconi, en el poder desde primavera de 2001.

También criticó con dureza a sus socios democristianos de la UDC, a los que, sin nombrarlos, definió como "una minoría absolutamente insignificante, que supone el 6% o el 7% del total de los votos de la coalición y, sin embargo, ejercita una especie de derecho de veto".

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