El cineasta danés dice que se puede considerar estadounidense
Cinco años después de alzarse con la Palma de Oro en el Festival de Cannes con Bailando en la oscuridad, Lars von Trier regresó ayer a La Croisette para presentar Manderley, la segunda parte de la trilogía sobre Estados Unidos, cuyo primer capítulo fue Dogville. Como en aquél, el cineasta danés intenta buscar un punto en común entre el teatro y el cine. Apenas hay decorados, y unas líneas trazadas sobre el suelo delimitan los espacios. La trama se sitúa en Alabama y recrea el ambiente de los gánsteres de los años treinta.
El personaje principal es el mismo: Grace, la bella joven que en la anterior entrega fue encarnada por Nicole Kidman y que, en esta ocasión, da vida Bryce Dallas Howard. A ella se une un reparto de alto vuelo: Lauren Bacall, Willem Dafoe y Danny Glover. En Manderley, Von Trier aborda otro de los aspectos oscuros de la historia norteamericana: el racismo y la esclavitud.
"Estados Unidos es un buen tópico para contar historias, ya que gran parte de nuestras vidas están estrechamente relacionadas con ese país. El 60% de mi cerebro y de mis vivencias provienen de allí. De hecho, me puedo considerar estadounidense. No tengo derecho al voto, pero en cambio hago películas sobre el tema. No sé por qué la gente se extraña", aseguró el controvertido realizador. Von Trier, irónicamente, nunca ha pisado suelo estadounidense. Sin embargo, se considera moralmente autorizado para hablar de ese país y criticarlo. "Bush es un gilipollas, así como muchas de las cosas que suceden allí. Pero somos pocos los que nos arriesgamos a decirlo tan abiertamente", dijo.
Discurso radical
A su lado, los actores norteamericanos que participan en su ficción no parecían estar incómodos con su discurso tan radical. Danny Glover, protagonista de películas tan comerciales como la serie Arma letal, reconocía con enorme convicción que, como intérprete, él debía respetar la visión de un cineasta que analizaba su país aunque no fuera americano. "El racismo en Estados Unidos sigue siendo un tema muy caliente. Ya no hay esclavitud, es verdad. Pero el 70% de los niños negros no están escolarizados, y una gran parte de la población penal son jóvenes negros. Por ello, no me he sentido incómodo al tomar parte en esta historia sobre la dura realidad norteamericana. Al menos nosotros nos enfrentamos en el cine con esos temas. Pero si los europeos, que también tienen mucha ropa sucia que lavar, hablaran frontalmente sobre estos problemas, muchos de ustedes no estarían aquí", sentenció el intérprete.
"Y es que las cosas se entienden mejor vistas desde fuera y no cuando estás sumergido en ellas. Por eso es importante la visión externa que expone esta película sobre Estados Unidos, ya que fue rodada en Suecia por técnicos suecos y dirigida por un danés", enfatizó Von Trier, quien ya está trabajando en la tercera parte de la trilogía, Washington.
Babelia
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