Una exposición revaloriza el concepto de copia en el mundo del arte
La exhibición, en el Museo Marès, incluye 19 esculturas y 20 grabados
En el léxico actual, la palabra copia suele implicar una evaluación negativa. Sin embargo, durante siglos, las copias de las esculturas clásicas gozaron de gran prestigio y permitieron extender el gusto por el arte antiguo por toda Europa. De eso trata, del valor y el significado de la copia, la exposición Esculturas famosas. La difusión del gusto por la antigüedad y el coleccionismo, abierta en el Museo Frederic Marès hasta el próximo 24 de julio.
La exposición ilustra este importante fenómeno a través de 19 esculturas, copias y versiones de modelos clásicos, y 20 grabados que las contextualizan. También se exhiben un dibujo de Picasso como ejemplo de la copia académica y una pintura de Louis-Nicolas Lemasle, en la que Rafael enseña una copia del Apolo Belvedere al papa Julio II, que fue uno de los grandes impulsores de esta práctica, como demuestran las obras conservadas en las Colecciones Vaticanas.
"Todo el fenómeno se concentra en un centenar de obras, y de éstas tan sólo unas 20 se convirtieron en símbolos del modelo admirado", afirma el comisario de la exposición, Vicenç Furió, quien indica entre las más reproducidas el Apolo ya mencionado, el Gladiador Borghese, la Venus Medici, que fue la más famosa durante 150 años, y el Laocoonte, el único que en la actualidad mantiene una cierta reputación.
Todas ellas se exhiben en la pequeña sala de exposiciones del museo, convertida en un gabinete de coleccionista. "También hay dos obras de la colección Marès: una reproducción del Toro Farnese y un Marco Aurelio ecuestre. Es una exposición de obras de inspiración pagana que equilibra las de temática religiosa que predominan en el museo", señala la directora del centro, Pilar Vélez.
Resulta gráficamente explicativo un grabado que recoge las 15 obras más famosas, así como el aguafuerte Análisis de la belleza, de William Hogarth, donde también aparecen muchas de estas esculturas. "Queremos mostrar cuál fue el modelo admirado y cómo se difundió en Europa desde el Renacimiento hasta el siglo XIX gracias al continuado interés de coleccionistas, eruditos y artistas, que se disputaban las mejores copias, ya que los originales -en su mayoría a su vez copias romanas- no se podían adquirir", explica Furió.
Algunas esculturas se exhiben junto a su representación en grabado. Es el caso del Gabinete de un pintor, un autorretrato que Daniel Chodowiecki se hizo en su estudio, con su familia, para enviar a su madre como si de una foto de familia se tratara. Gracias a la lupa colgada a lado de la obra es posible apreciar dos esculturas, la Venus de la tortuga y un Hermafrodita, que se exponen al lado en versión tridimensional.
El grabado confirma su importancia como medio de comunicación gráfica y fuente documental en obras como La casa de Rubens en Amberes, La fuente de mercurio en la Villa Medici y La casa de Pilatos en Sevilla (el único ejemplo de colección española presente), que se conservan en la actualidad.
Incluso un coleccionista, François Girardon, que encargó una serie de grabados para documentar sus 800 esculturas, anticipando el concepto moderno de catálogo. "De esta exposición se desprende la importancia que el coleccionismo tuvo durante muchos siglos en la formación y la difusión del gusto imperante", concluye Vélez.
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