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Reportaje:

Libertad sexual en la Universidad china

El país elimina la prohibición de seguir estudiando después de casarse

Los estudiantes que querían casarse y las estudiantes que se quedaban embarazadas sólo tenían una opción en China si no querían abandonar a la fuerza la Universidad: renunciar a la boda, en el primer caso, y abortar, en el segundo. A partir septiembre, esta normativa, en vigor desde hace medio siglo, pasará a la historia. Los universitarios en edad legal para contraer matrimonio -22 años en el caso de los hombres; 20, en el de las mujeres- podrán hacerlo como cualquier otro ciudadano y no necesitarán el permiso de su centro de estudio.

"La situación era insostenible. Mientras algunos jóvenes podían casarse, otros no podían por el hecho de ser estudiantes. Si uno es capaz de mantenerse económicamente, por qué no va a poder hacerlo. Un país no puede tener una norma con un doble rasero", asegura Wang Yanyan, una alumna de posgrado de Comunicación de 25 años, a la entrada de la biblioteca de la Universidad de Pekín (Beida), una de las más prestigiosas del país.

Los universitarios ya no necesitarán el permiso de su centro de estudios para contraer matrimonio
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La nueva reglamentación se enmarca dentro de una ley que entró en vigor en octubre de 2003, y que suprimió la obligación de obtener la aprobación de los jefes en el trabajo para las parejas que querían contraer matrimonio. Hasta ahora, las autoridades académicas podían expulsar a un alumno o una alumna si se casaba. Pero desde 2003 más de 70 universidades han eliminado la prohibición. El Ministerio de Educación ha advertido de que el cambio no significa que los jóvenes deban desviarse de su prioridad: los estudios.

"La antigua política era buena para la organización de la Universidad, pero la sociedad china ha cambiado y la mentalidad de los alumnos también. Esta norma nace de las necesidades de los estudiantes", explica Wang, un profesor jubilado de Beida, mientras camina entre cientos de chicos que se dirigen a clase.

Para Hou Junfeng, de 24 años, un estudiante de Neurobiología, la medida no sólo es positiva, sino que incluso puede incrementar el rendimiento de los alumnos. "Al casarse, pueden mejorar su estabilidad emocional y la confianza en sí mismos, lo que redunda en un mejor provecho", afirma Hou acompañado de su novia.

China considera la formación académica crucial para el futuro del país, pero las universidades todavía tratan a los alumnos como colegiales y les obligan a regresar a sus habitaciones antes de determinada hora. A pesar de que la mayoría residen en los campus, cada vez más jóvenes alquilan pisos, huyendo de los dormitorios comunes y de los controles de los vigilantes.

La nueva reglamentación, sin embargo, no parece que vaya a producir un aluvión de bodas. Cada vez más parejas optan por convivir y la edad a la que se casan se ha retrasado. Actualmente está en 28 años para los hombres y 27 para las mujeres.

Pero mientras los jóvenes muestran una actitud cada vez más abierta respecto al sexo, resultado de la profunda transformación económica y social que ha vivido el país en las dos últimas décadas, las autoridades no siguen el mismo ritmo. La dirección de media docena de universidades bloqueó hace unas semanas la realización de una encuesta sobre la conducta sexual de los alumnos llevada a cabo por el Comité Municipal de Planificación Familiar de Shanghai porque podía provocarles "fantasías sexuales". Algunos centros rechazaron distribuir los formularios después de ver en ellos frases como "sexo antes del matrimonio".

La investigación incluía preguntas como el nivel de conocimiento sobre los métodos anticonceptivos, cómo calcular el ciclo de menstruación, la masturbación y la percepción sobre la actividad sexual de los compañeros de clase. Más de lo que algunos responsables académicos podían permitir en un país donde el sexo sigue siendo tabú.

Universitarios chinos durante una feria de empleadores en Guangzu.
Universitarios chinos durante una feria de empleadores en Guangzu.REUTERS

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