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Reportaje:ESCAPADAS | El Toboso

El pueblo que surgió de un libro

Las referencias a Dulcinea saturan este bello lugar toledano, que cuenta con tres museos sobre el 'Quijote'

Damos por hecho que la realidad siempre supera la ficción. ¿Qué ocurriría, sin embargo, si una ficción fuese tan poderosa que la realidad se plegase a ella, que todas las gentes de un lugar comenzasen a actuar como si de verdad hubiese sucedido aquélla, hasta el extremo de modificar sus recuerdos previos? ¿Qué ocurriría si ese lugar reprodujera las imaginadas arquitecturas, las fingidas calles, las supuestas casas, de modo que, al cabo de los años, nadie fuera ya capaz de distinguir lo auténtico de lo soñado? Pues ocurriría El Toboso.

El Toboso existía mucho antes de que Cervantes se sentase a escribir el Quijote, pero, a excepción de la llamada puerta Ojival -único resto de la muralla levantada por los santiaguistas en el siglo XIV-, todas sus bellezas -las casas tradicionales manchegas, los pozos de la Gascona y de la Torre, los conventos de Trinitarias y Franciscanas...- datan de los siglos XVI y XVII.

La ilusión es total en las calles más céntricas: blancas, pulquérrimas, sin apenas tráfico

Es como un hermoso decorado que se hubiese montado en el preciso instante en que Don Quijote se disponía a salir y, echando en falta una dama de quien enamorarse, eligió como novia platónica a una labradora de El Toboso.

La ilusión es total en las calles más céntricas: blancas, pulquérrimas, sin apenas tráfico, con nombres que no dejan lugar a dudas -Don Quijote, Sancho, Dulcinea, Rocinante...- y, en las esquinas, letreros que evocan diversos pasajes de la ¿ficción? cervantina. Aquí, la mayoría de las casas -fachadas de mampostería con sillar en esquina, patios con suelo de guijarros y corredores con columnas de madera y piedra- responde a un ideal que el vendaval del progreso se llevó hace mucho de La Mancha, empezando por la toledana. En el número 1 de la calle de Don Quijote abre su portón la casa-museo de Dulcinea, un caserón manchego del siglo XVI con palomar, huerto trasero y dependencias de labor en la planta baja, y dormitorios decorados con muebles de aquella centuria en la alta.

La Casa de la Torrecilla, como se nombró en su día, perteneció a doña Ana Martínez Zarco de Morales, la dulce Ana que, según los tobosinos, inspiró a Cervantes la figura de Dulcinea. Estas fantasías son como las tórtolas que zurean en el palomar, que allí siguen (y seguirán) después de 400 años, porque a nadie le hacen daño.

Calle arriba, en la plaza de Juan Carlos I (uno de los pocos personajes de callejero local que no aparece en el Quijote), se alza la iglesia de San Antonio Abad, de estilo gótico tardío, con bóveda de crucería apoyada sobre mastodónticas columnas cilíndricas. Es el templo con el que tropezó Don Quijote al llegar aquí de noche, diciendo a la sazón una frase obvia: "Con la iglesia hemos dado, Sancho", que luego se ha usado con segunda intención. ¿Curioso, no?: que en El Toboso lo literario se torne real, y lo real, figurado.

A la sombra de la iglesia se halla el Museo Cervantino, donde se exhiben más de 300 ejemplares curiosos del Quijote: la primera edición en euskera; una en caracteres celtas; otra en georgiano... Hay desde el volumen pacienzudamente manuscrito hasta el ilustrado, no menos prolijamente, por Doré, pero aquellos que más buscan los visitantes, formando melés dignas del Seis Naciones alrededor de las vitrinas, son los tres que lucen en sus primeras páginas las escuetas firmas de Hitler, Mussolini y Stalin. Cosas veredes, Sancho.

Cerca también se encuentra el Museo de Humor Gráfico Dulcinea, una hermosa casona de cuyas blancas paredes cuelgan las viñetas de asunto quijotesco de tres docenas de humoristas -Arranz, Forges, Mingote, El Roto, Peridis, Romeu...-, incluido Mena, que es quien las ha reunido y cedido al pueblo. De todas ellas, nos quedamos con aquella de Reboredo & Sañudo, en la que Sancho le dice a Don Quijote: "Amará mi señor a su señora Dulcinea y todo lo que mi señor quiera, pero convendrá en que somos, desde hace más de 400 años, mi señor y yo, pareja. Es un hecho". También es un hecho que El Toboso y Dulcinea son una pareja.

De sueños, artesanía y quesos

- Cómo ir. El Toboso se encuentra en el sureste de Toledo y dista 130 kilómetros de Madrid yendo por la A-4 hasta Ocaña, por la N-301 hasta Quintanar de la Orden y finalmente por la CM-3103.

- Visitas. La Casa-museo de Dulcinea (teléfono 925 19 72 88), el Museo de Humor Gráfico (teléfono 925 56 82 26) y el Museo Cervantino abren de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00, excepto los lunes y domingos por la tarde. Además, hay que ver la iglesia de San Antonio Abad y el Museo de las Trinitarias, el cual atesora una valiosa colección de pinturas y tallas de la escuela española del siglo XVII.

- Alrededores. Mota del Cuervo (a 14 kilómetros), Campo de Criptana (a 18) y Alcázar de San Juan (a 26) son, con sus molinos y sus casonas, otros hitos destacados de la ruta de Don Quijote.

- Comer. La Noria de Dulcinea (teléfono 925 56 81 92): migas de pastor con uvas, cordero asado y bizcochá; 20 euros. Dulcinea del Toboso (teléfono 925 56 80 55): ajoarriero, mojete, caldereta de cordero y, de postre, dulcinea a la sartén; 15 euros. El Rincón de La Mancha (teléfono 925 19 72 31): para tapear, sartenes y cazuelitas de pisto manchego, revuelto de morcilla y piñones, duelos y quebrantos...; 10 euros.

- Dormir. Casa de la Torre (teléfono 925 56 80 06): casa solariega del siglo XVII, decorada con muebles castellanos, isabelinos y alfonsinos; doble, 85-107 euros. La Casa del Cómico (teléfono 637 76 15 47): recién inaugurada, con habitaciones de temática literaria y patio donde se celebran veladas teatrales y musicales; 40-50 euros. El Huerto de Dulcinea (teléfono 610 55 14 45): casa de alquiler completo, con piscina y 1.000 metros de arboleda; fin de semana, 360 euros.

- Compras. La Aldaba (Don Quijote, 4): artesanía en metal, madera y barro. Fraile (Miguel Hernández, 10): quesos manchegos. *Más información. Oficina de Turismo de El Toboso (Doña Tolosa, 2; teléfono 925 56 82 26). Y en www.eltoboso.org

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