_
_
_
_
_
PRODUCCIÓN EN ESPAÑA Y PRODUCTORAS INDEPENDIENTES

Algunas consideraciones sobre el cine y la televisión

Este Gobierno no ha comenzado todavía a aplicar eficazmente su política para estimular la producción de cine español. Después de un año de nuevo Gobierno, el cine en España sufre una de sus peores crisis. El talento de los cineastas españoles ha quedado demostrado con la reciente exhibición de títulos que están en la mente de todos y sus éxitos internacionales. Nuestros jóvenes autores han demostrado capacidad para generar películas capaces de competir, cuando les dejan, con el más comercial cine americano. Si el cine español no funciona mejor es por culpa de la timidez de la Administración a la hora de apoyar a las productoras españolas.

La única primavera que el sector de cine español disfrutó fue la de 1983, cuando de la mano de Pilar Miró un Gobierno socialista revolucionó el cine español. Nuevos tiempos, nuevas leyes. Eso es lo que esperábamos del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Un diálogo con los productores y creadores que produjese una serie de medidas inmediatas que atendiendo a los nuevos tiempos y nuevas tecnologías, nos permitiera desarrollar nuestra industria, un sector también cultural, eje de la campaña socialista en las últimas elecciones generales.

Si el cine español no funciona mejor es por culpa de la timidez de la Administración

Sin embargo, aunque reconocemos el intento del Gobierno de puesta al día del Fondo de Protección y acciones para hacer cumplir a las televisiones el 5% de obligada inversión en derechos de antena de películas europeas:

- Llevamos 10 años discutiendo unas medidas fiscales que estimulen la inversión privada. En Francia, Alemania y Reino Unido existen desde hace años con gran eficacia.

- Las escasas e insuficientes subvenciones del Estado se cobran a los tres años de rodadas las películas.

- Las televisiones públicas y privadas invierten muy poco y de manera poco ortodoxa. Contratan hoy -para justificar su inversión- y pagan a los tres años.

- Las multinacionales controlan los canales de distribución y exhibición de cine en salas.

- El vídeo y DVD sufren los estragos de la piratería.

Resolver estas cuestiones es responsabilidad del Gobierno. Mientras tanto, mis compañeros discuten sobre la bondad de la producción independiente y la maldad de aquellos que dependen de canales de televisión o estudios de Hollywood.

Ya que no puedo ayudar a resolver los grandes problemas, sí quiero reflexionar sobre la Producción Independiente.

En los días de esplendor de Hollywood, los estudios (cinco o seis grandes compañías) controlaban la práctica totalidad de la producción cinematográfica, además de los canales de distribución mundial.

Los estudios tenían bajo contratos en exclusiva a guionistas, productores, directores y actores. Los presidentes que dirigían cada uno de dichos estudios se convirtieron pronto en los grandes prohombres de la industria. Irving Thalbert en la MGM, Harry Cohn en la Columbia, Darryl F. Zanuck en la Fox o Carl Laemmle en la Universal fueron el ejemplo a seguir por muchos otros hasta llegar a la actualidad con el último gran conglomerado: Dreamworks, fundado por Steven Spielberg y Jeffrey Katzenberg.

En los años sesenta, casi al mismo tiempo que surgía en Francia la nouvelle vague, algunos productores y directores norteamericanos comenzaron a producir películas al margen de los estudios. En muchos casos utilizaban los servicios de estos grandes estudios como distribuidores y conseguían financiación privada o de coproductores extranjeros. A estas películas y a sus productores se les calificó de independientes.

En Europa, especialmente en Alemania, el Reino Unido y Francia, han existido siempre grandes compañías que, a la manera de los estudios americanos, controlaban la producción, la distribución y la exhibición de las películas. Quizá porque su presencia no resultaba tan dominante como la de los americanos o porque los productores europeos siempre se han interesado en controlar el talento (los directores y guionistas), ha sido posible la coexistencia, y los productores europeos no han sentido la necesidad de adornarse con la palabra "independientes", pese a que sus trayectorias han estado siempre marcadas por la libertad y la independencia.

Al igual que he mencionado a algunos de los moguls americanos, también en Europa productores como Carlo Ponti, Alberto Grimaldi, Pierre Braunberger o Dino de Laurentiis tienen a sus espaldas una producción tan distinguida como la de los grandes estudios, y lo más notable es que jamás sintieron la necesidad de diferenciarse con la denominación de productores independientes. ¿Para qué? ¿Independientes de quién y con respecto a qué?

En algunos países europeos, y en especial en los últimos años, se ha visto que algunos productores reclaman el calificativo de independientes para añadir a su título de productores, con el único objetivo de conseguir ciertas ventajas que se originan a partir de unas disposiciones administrativas que obligan a los canales de televisión a comportarse, con respecto a la producción y a la emisión de películas y de programas de ficción, de manera tal que estos productores (independientes) resulten beneficiados.

Entiende el que esto escribe que este asunto es en España muy importante para los productores. Somos una especie en peligro de extinción porque los estudios de hoy (los grandes canales de televisión) han invadido nuestras funciones gracias a la tolerancia de la Administración española, que empezó permitiendo que las películas se produjeran nominalmente "en asociación" con la televisión de turno en unos casos, o "en colaboración con" en otros, cuando en realidad estas grandes entidades, unas veces públicas y otras privadas, se convertían frecuentemente en coproductoras y copropietarias de las películas, sorteando el espíritu de la ley.

Hoy día, las televisiones consideran a los productores como los culpables de su obligación de invertir en cine europeo. Y, por cierto, la legislación europea pretendía que las televisiones invirtieran en derechos de antena y no en la propiedad del negativo de las películas, como están haciendo algunas de ellas.

Esta obligación de las televisiones a invertir las ha inducido a convertirse en productoras y, ante tal situación, algunos productores españoles pretenden diferenciarse autodenominándose independientes. Pero esto no es suficiente.

El planteamiento que defiendo es el de que es preciso luchar para ser simplemente productores, y lo que debemos conseguir es que las empresas de televisión y sus filiales no puedan ser productoras o, al menos, que no puedan ser productoras cuyas obras se beneficien de las ayudas que el Estado ofrece para la promoción y el apoyo a la industria audiovisual en España.

Las películas y programas de ficción españoles que se exhiben en salas, en vídeo doméstico y en televisión, deben estar producidos por una productora que no mantenga vinculación accionarial alguna, directa o indirecta, con una empresa que disfrute de una concesión pública de televisión.

Sólo así garantizaríamos una oferta verdaderamente diversa y estructuralmente válida. De todos es sabido que dejar la iniciativa a las televisiones -especialmente las privadas- nos lleva a una producción exclusivamente de ocio y entretenimiento. No deben beneficiarse de las ayudas del Estado las compañías multinacionales que operan en España y que con actitud fraudulenta, muchas veces con la ayuda de testaferros nacionales, vulneran la Ley.

Las productoras deben ser las únicas propietarias del copyright de sus obras, así como de los derechos comerciales y de propiedad intelectual.

Este planteamiento permitiría la preventa de derechos a las televisiones y su utilización en el marco de unas relaciones establecidas legítimamente y nunca con la pretensión de burlar la Ley.

Andrés Vicente Gómez es productor y presidente de la Federación Internacional de Asociaciones de Productores de Films (FIAPF).

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_