Marruecos acepta negociar con los presos islamistas en huelga de hambre

Los más de mil presos islamistas en huelga hambre desde hace diez días en una docena de cárceles de Marruecos han logrado su primer éxito. Delegaciones mixtas de funcionarios de la Dirección de Asuntos Penitenciarios y Fiscales se pusieron ayer en contacto con algunos de ellos para intentar que suspendan su movimiento de protesta, según informó la asociación Ennassir, de ayuda a los reos. En la víspera, el titular de Justicia del Gobierno marroquí, Mohamed Buzubaa, negó en rueda de prensa que existiese cualquier diálogo.

La primera muerte, el martes, del islamista Jalid Bukri, de 28 años, en el penal de Outita 2, en Sidi Sliman, y los enfrentamientos del fin de semana en Kenitra entre huelguistas y funcionarios de prisiones que pretendían arrebatarles un móvil, habían puesto las cárceles al rojo vivo. Los familiares de los islamistas tienen previsto aumentar la presión sobre las autoridades concentrándose hoy en Rabat ante la sede de la Comisión Consultiva de Derechos Humanos, un organismo oficial que vela por el respeto de estos derechos.

Estos familiares planean también, según informó Abderrahim Boutaeib, presidente de Ennassir, llevar a cabo en los próximos días una primera huelga de hambre simbólica y, la semana próxima, otra de carácter indefinido en apoyo a los presos islamistas.

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos, la más activa de todas, ha pedido al Ministerio de Justicia que abra negociaciones con los reos que están dirigidos por cuatro líderes espirituales encarcelados en Kenitra. Tras la muerte de Bukri, que el ministerio atribuye a un problema digestivo, han surgido otras voces, sobre todo de abogados, que exigen diálogo.

Entre las reivindicaciones de los huelguistas destaca la exigencia de que sean juzgados los responsables de las torturas que padecieron los miles de islamistas detenidos tras los atentados de Casablanca, en mayo de 2003, en los que hubo 45 muertos.

En el mejor de los casos, la única de sus peticiones que puede prosperar es que sean revisados algunos de los juicios, prácticamente sumarísimos, a los que fueron sometidos en los últimos siete meses de 2003 cientos de islamistas acusados de estar involucrados en actividades terroristas. En un Marruecos asustado tras esos atentados, los tribunales de justicia actuaron con precipitación y pronunciaron condenadas harto severas.