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Los inspectores hallaron una fuga en una tubería ya 'reparada'

El episodio que mejor refleja el funcionamiento de Vandellòs II ocurrió el 7 de octubre de 2004. Una decena de inspectores del CSN llevaba más de una semana realizando una inspección rutinaria de la central. Ese día, el último de inspección, los miembros del CSN solicitaron "ver físicamente, en campo, las bocas de hombre [...] así como observar el proceso que siguen los técnicos para vigilar las potenciales fugas", según el acta de la inspección, de 63 folios.

Los inspectores quisieron examinar una de las entradas a la tubería que había sido reforzada en agosto para frenar un rezume de agua. Al abrir la arqueta que protege la tubería, los inspectores descubrieron "un nuevo rezume que se apreciaba claramente por la parte superior externa del refuerzo de hormigón armado".

La central reconoció que había detectado la pérdida de agua tres días antes pero que "los procesos de comunicación utilizados por el titular habían permitido que cuando el rezume fue observado por los inspectores, organizativamente el titular no tuviera constancia oficial" de la nueva fuga, una explicación un tanto confusa.

La inspección también recoge que las bocas para inspeccionar la tubería tenían cinco milímetros de grosor cuando fueron construidas, en 1988. En 2004, el grosor en tres de ellas se había reducido a dos milímetros y la central reconoció que podía haber puntos por debajo de ese valor. Sobre la actuación de la planta, la inspección asegura: "La redacción de acciones tomadas es confusa y poco explicativa, siendo difícil conocer con exactitud las acciones que se han realizado en la tubería".

Actitud cambiante

La actitud de la central sobre el incidente fue cambiando conforme avanzaba la visita de los inspectores. "Durante la primera semana de inspección del CSN [...] el titular manifestó su intención de continuar la operación de la planta con el sistema degradado en las mismas condiciones que había quedado tras las reparaciones de agosto hasta la parada de recarga", en marzo de 2005.

En la segunda semana de inspección, "el titular entregó a los inspectores un borrador de plan de acción" para corregir la corrosión con refuerzos. Poco antes de que los inspectores abandonasen la central, y tras hallar una nueva fuga, el titular anunció a verbalmente a los inspectores "una serie de medidas adicionales que iban a acometer y que iban mucho más allá" del plan presentado días antes. La central se comprometió a presentar en menos de una semana un plan "para resolver las deficiencias técnicas y organizativas".

El CSN permitió a la central funcionar hasta marzo, cuando paró para recargar combustible.

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