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Reportaje:EL EMBARAZO DE DOÑA LETIZIA

Un viaje doblemente sentimental

El Príncipe destaca sus vínculos con Palma y los futuros padres reciben los primeros regalos para su primogénito

"Se incrementará la estima y confianza que mi familia siente por esta tierra". El Príncipe de Asturias sintetizó, así, ayer en Palma, en catalán de Mallorca, el tenor de una visita institucional que, además del muy amplificado rango por la noticia del embarazo de la princesa Letizia, contiene un componente especial de proximidad, más allá de lo protocolario.

El Príncipe, con su esposa del brazo o de la mano en ocasiones, expresó en palabras y en gestos la felicidad por la próxima llegada de su primer hijo. Trasladó una cierta complicidad al recorrer en estas circunstancias Baleares, una comunidad que le resulta familiar por anteriores contactos con sus gentes, y encontrase en sitios cercanos por sus reiterados veranos en el Palacio de Marivent.

Don Felipe aludió a "los inolvidables recuerdos familiares" de sus veranos en la ciudad
"Aún no se le ve la tripita, pero parece que ha aumentado una talla", dijo una jubilada
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Felipe de Borbón aludió a los vínculos sentimentales, a "los inolvidables recuerdos familiares" y a "la íntima relación" que le vincula "desde niño a estas islas". Por la tarde, en la sede del Consell, Gobierno balear, reiteró: "Cierto es que Mallorca representa algo importante para mi vida".

La pareja tiene su propia casa en Mallorca, por ello el restaurado casón de Son Vent, sobre la bahía de Palma, será el hogar de los Príncipes en esta intensa semana. Doña Letizia se retiró a descansar un par de horas allí, a mediodía, y posiblemente dejará un toque de su estilo en el caserón, en el entorno de la residencia oficial de verano de la Familia Real.

"Don Felipe parece más hombre y está más elegante que nunca. Yo le he visto desde que es un adolescente y regatea a vela", señaló detrás de una valla una emocionada jubilada mallorquina.

Durante horas, en las vías del centro de Palma se concentraron centenares de personas, en algunos momentos más de 2.000 en un solo enclave, como al mediodía ante el Ayuntamiento. Dominó más la tecnología que las pancartas y las banderas. Muchos de los congregados alzaron una máquina de fotos o su teléfono móvil para captar imágenes lejanas y trasladar de inmediato la referencia del que para ellos era un evento excepcional, una cita doble en las efemérides de historia contemporánea de la ciudad: la presencia principesca y el embarazo del futuro heredero.

"Los he visto y los tengo conmigo", se jactó en la plaza de Cort una de las muchas colegialas que se habían zafado del horario lectivo. "Nosotros somos tres universitarias, de Selva y Binissalem y hemos venido adrede", se indicó desde otro grupo. Muchos funcionarios del corazón oficial y administrativo de la ciudad se apostaron en las ventanas de sus oficinas o bajaron a la calle. Las instituciones publicaron anuncios a toda página llamando a la participación.

"No podía fallar. He salido a tomar café y a comprar el pan. No se ve cada día una princesa así, casi es de cuento medieval, pero me he detenido y no he podido avanzar. Hay mucho mirón", indicó un joven de la quinta del Príncipe. Durante casi medio minuto la pareja se asomó al balcón municipal y saludó a la concurrencia, en la que había muchos ciudadanos locales pero también numerosos turistas. La aparición fue breve y ello se lamentó entre los interesados.

"Aún no se le ve la tripita a Letizia, está muy delgada, sobre todo de piernas, pero parece que ha aumentado una talla", anotó una de las muchas jubiladas que se refugiaron del sol en la escasa sombra del olivo de casi mil años.

"Yo soy danés y al menos me fotografiaré junto al coche del Príncipe (un Mercedes)". Visitantes alemanes, guía en mano, camino de la catedral y el barrio antiguo, efectuaron una parada cerca de las masas y lanzaron muchas instantáneas. "¿Quién es el protagonista? ¿Cuándo saldrán? ¿Adónde irán?", inquirían. El presidente balear, Jaume Matas, y su consejero Juan Flaquer, ya anticiparon que el viaje de los Príncipes tendría una contabilidad a efectos turísticos, un impacto redundante.

"No digas que no hemos visto a Letizia, porque haremos reír a las vecinas", se lamentó una de las tres integrantes de una misma familia presente en sus tres generaciones, desde los 89 a los 32 años. El suceso de rango ciudadano, tenía el ingrediente documental añadido de monotemático reportaje sinfín de las cadenas de televisión durante el fin de semana. Sólo la gente que pudo aproximarse a las vallas sin temor a ser apretujada pudo mirar a escasa distancia, fugazmente a la pareja, que saludó con la palma abierta y apretó sus manos.

"Lo siento pero lo veré mejor por televisión. ¡A ver si salgo yo!", manifestó una mujer granadina de los viajes del Imserso, que se había desplazado con 20 amigas desde la playa del Arenal. "Hemos estado hora y media de pie y ahora vamos a la catedral. ¡Qué alegría este embarazo para toda España!".

El primer regalo espontáneo para la futura mamá fueron unos patucos de lana; fue en plena calle ante la sede del Gobierno balear. El segundo obsequio, un jersey y otros zapatitos de punto, lo efectuó la alcaldesa de la ciudad. "Son blancos, neutros, ni azul ni rosa", sin género, para el futuro usuario, observó Letizia.

Más de 400 profesionales de la prensa, con una alta cuota de los representantes de la crónica social y de los programas de cotilleo, se han acreditado para seguir este primer viaje oficial de los Príncipes a todos los territorios -cuatro islas- de una comunidad de España. Un reportero del programa de Andreu Buenafuente hizo jalear ante sus cámaras a la multitud expectante, mientras se celebraba un acto oficial en el Ayuntamiento. La gente esperaba de pie y a ratos gritaba contenta: "Que sea una niña". Un estudiante que atendía al balcón se confesó republicano, pero añadió: "No diga quién soy, tengo que preservar mi imagen".

Los Príncipes, junto  a un niño a su llegada al  Gobierno balear.
Los Príncipes, junto a un niño a su llegada al Gobierno balear.BERNARDO PÉREZ

Una treintena de actos en cinco días

El periplo oficial de los Príncipes preparado por el Gobierno de Baleares y la Zarzuela no tiene el ritmo de los viajes románticos ni el que usan los turistas hoy. Será una travesía por tierra y aire, con más de 30 actos en cinco días.

La mirada será casi general porque incidirá en municipios e iniciativas dominadas por el PP, en especial en Mallorca, Ibiza y Formentera, donde el grupo es hegemónico. Menorca tiene mayoría de gobierno y municipal del PSOE.

Ha habido desistimientos. En la lista de personajes de la cultura invitados a cenar hoy martes con los Príncipes en el Palacio de la Almudaina de Palma, dos escritores -Biel Mesquida y Antoni Serra- han declinado la invitación, en protesta por el trato que creen que da el Gobierno Jaume Matas a la cultura y la lengua propias. Para celebrar una recepción oficial a don Felipe y doña Letizia, se ha desmontado antes de tiempo una compleja exposición en la Lonja de Palma -que costó 240.000 euros- sobre la literatura en catalán en el siglo XX, que se reinstalará de nuevo más adelante.

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