El McLaren, intocable
Que Kimi Raikkonen es un gran piloto no lo duda nadie a estas alturas. Pero, como cualquier otro, necesita un buen coche para poder demostrarlo. En las primeras carreras del campeonato, el tándem más competitivo lo formaron Fernando Alonso, Renault y Michelin. Pero en Barcelona la escudería McLaren Mercedes proporcionó al finlandés el material preciso para poder mostrar su calidad. Y ganó. Superó a un Alonso cerebral, capaz de calibrar en su justa medida cuáles son sus objetivos actuales y de preservar su coche pensando más en la próxima carrera que en buscar su primer triunfo en casa, algo que se convirtió en prácticamente imposible.
Tras una temporada con problemas evidentes, McLaren ha vuelto a brillar, algo que aún no ha conseguido su gran competidor británico, la escudería Williams. En el Gran Premio de San Marino, disputado hace dos semanas en el circuito de Imola, pudo verse ya una nueva imagen de las balas de plata. Raikkonen no sólo logró la pole position, sino que salió como una flecha y fue restando segundos a Alonso hasta que abandonó en la octava vuelta. El coche estaba ahí. Les faltaba sólo fiabilidad. Y eso es en lo que han estado trabajando estas últimas semanas hasta encontrar el producto definitivo con el que compitieron en Barcelona.
El McLaren de Raikkonen tuvo ayer dos grandes virtudes: fue muy rápido y fiable y los neumáticos no sufrieron. Eso significa que la geometría de la suspensión delantera trabajó muy bien. La escudería, con la excelente aportación de Pedro Martínez de la Rosa, que trabajó en Jerez toda la semana pasada, ha configurado una nueva suspensión que permite a los neumáticos trabajar a la temperatura justa, evitando los problemas de blistering, aunque el piloto vaya apretando el acelerador a tope con el coche lleno de gasolina. Es una situación complicada que han resuelto de forma excelente y que les permitirá afrontar las calurosas carreras del verano con muchas garantías de éxito.
Fue precisamente esta cuestión la que sufrió Alonso y la que le obligó a bajar el ritmo hasta resolverla. Tuvo que forzar mucho para poder seguir a Raikkonen en la primera parte de la carrera y ello provocó un sobrecalentamiento de un neumático trasero que produjo un blister: una cámara de aire que se instala entre dos capas de la goma. Eso provoca que la rueda salte y que el coche comience a vibrar. La solución es bajar el ritmo para dar tiempo a que el neumático se enfríe un poco y dé tiempo a que todo vuelva a su cauce y la rueda recupere su estado natural. No es nada anormal. Al contrario, ocurre muchas veces cuando los neumáticos trabajan a altas temperaturas.
Giancarlo Fisichella, en cambio, no lo sufrió porque estuvo metido en el tráfico y sus ruedas se calentaron de forma más progresiva. Pero el italiano perdió carga aerodinámica por un problema en la quilla y sólo cuando lo resolvió pudo mostrar el gran piloto que lleva dentro y remontar hasta la quinta posición. Michael Schumacher fue ayer la otra cara de la moneda. Por un momento, dio la impresión de que iba a repetir la historia de Imola. Pero otra vez los neumáticos le fallaron. Bridgestone está a años luz de Michelin.
Lo bonito, sin embargo, es que el Mundial se abre con la llegada de McLaren que parece capaz de discutir, al menos, el claro predominio de Renault hasta ahora. Tras el espejismo de Imola, Ferrari parece aún lejos de poder alcanzar a estos dos rivales. Pero Schumacher no se conforma y conseguirá una reacción en cadena de todo el equipo para tener un coche competitivo en las próximas carreras. El F2005, en realidad, ya lo es. Pero le falta el elemento fundamental, el único con el que toca el suelo: los neumáticos adecuados.
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