La voluntad de reformar el Estatuto
Con el inicio del debate en la ponencia parlamentaria sobre la reforma del Estatuto se entra de lleno en el debate de los contenidos de las distintas propuestas presentadas por los partidos políticos. Si bien el mismo Manuel Chaves afirma que no existen grandes diferencias entre lo que plantean unos y otros, lo cierto es que ésta primera sesión va a dar la medida de la verdadera voluntad con la que se afronta esta iniciativa política. Se aborda el Preámbulo y el Título Preliminar, siendo lo relativo a la denominación de la comunidad el núcleo de la discusión. El PP advierte, incluso, de la necesidad de que se les den garantías por anticipado de que no se van a consagrar privilegios por parte de otras comunidades por la vía de su definición, si nación, nacionalidad, etcétera.
Esos requerimientos previos son interpretados por los socialistas como algo más que una simple táctica. Entienden, en cambio, que se ponen de manifiesto, de esta forma, las escasas ganas con las que el PP asume esta tarea política. Nunca han disimulado el escaso entusiasmo que les suscita esta empresa ya que no consideran que la reforma del Estatuto esté entre las preocupaciones más inmediatas de los ciudadanos. De modo que, una y otra vez, expresan sus reservas hacia todo, tanto con lo que se pretende cambiar como con el calendario que se ha fijado para conseguir trasladar esas reformas al nuevo texto. Pero no se quedan ahí. En su análisis de la situación, los socialistas van a más al denunciar que esa actitud no es otra cosa que una estrategia de los populares para boicotear el proceso, con lo que la derecha andaluza volvería así a situarse al margen de la construcción del sistema autonómico con el que nos estamos dotando, señalan.
El riesgo de que eso ocurra está ahí, y lo peor sería que otros entraran en esa dinámica como podría ocurrir con IU o el PA aunque, por lo visto hasta ahora, parece que nada de eso sucederá. Es más, estas dos últimas fuerzas ya se han mostrado dispuestas a diferenciarse cada vez más de los populares, tal y como se comprueba con la configuración del Consejo Audiovisual de Andalucía. Se verán beneficiados con un representante más de lo que inicialmente se contemplaba y comprueban cómo los socialistas están decididos a no ceder al PP más que dos plazas. Si rechazan este cupo serán ellos los que decidirán por los populares que, de esta forma, se quedarían plantados y sin posibilidad de decidir al respecto, y todo por su desmarque del acuerdo del impulso democrático sobre el que tantas críticas han vertido.
A esto hay que unir el escenario en el que se desarrollan estos movimientos. Hay indicios de que la "lluvia fina" que preconiza Javier Arenas para provocar un vuelco en las urnas y llegar a San Telmo resulta poco menos que insuficiente. Los últimos sondeos conocidos, como el del Abc, indican a las claras que los socialistas caminan por la senda correcta mientras que no se vislumbra ni por asomo el llamado efecto Arenas. Para colmo, desde el punto de vista interno, parece que llega a perder hasta los pulsos que les imponen otros, como sucede con los críticos de Almería, encabezados por el alcalde de El Ejido, Juan Enciso. Y si a eso se une la incertidumbre que se cierne sobre el bastión popular de Galicia, se comprende que se acreciente, por tanto, el nerviosismo que comienza a cundir en las filas de este partido.
Pero por medio está el asunto de la financiación. Los socialistas andaluces están urgidos, no ya a expresar el rechazo a la propuesta de Maragall, cosa que ya han hecho y lo harán esta semana, de nuevo, en el Parlamento, con la comparecencia del consejero de Economía y Hacienda, José Antonio Griñán, sino a cerrar, cuanto antes, las diferencias que mantienen en esta materia con el PSC. Si no lo hacen, la brecha abierta amenaza con convertirse en uno de los más serios problemas que han de acometer a corto plazo aquí en Andalucía.
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