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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Decálogo para ser un buen jefe

Amaya Iríbar

Buena parte de la literatura centrada en temas de liderazgo empresarial tiene como protagonistas a altos directivos, a los que llevan las riendas de la empresa. Lo original de Érase una vez... jefes, jefazos y jefecillos es que hace el esfuerzo de bajar unos cuantos peldaños para analizar cómo dirigen a sus empleados los mandos intermedios, ejecutivos que resultan clave para la marcha de la empresa pero que según el autor no reciben la atención que se merecen. Ni dentro de la empresa ni por los autores especializados en investigar sobre gestión empresarial.

La primera conclusión es desalentadora. Estos jefes, que están siempre en medio pues no se les puede considerar trabajadores de base pero tampoco directivos, prefieren en muchas ocasiones asustar, controlar, presionar y exigir a sus subordinados en lugar de hacerles comprometerse con su trabajo. Esta situación es más desalentadora aún si se tiene en cuenta el modelo de compañía que se dibuja para el futuro: la empresa responsable, que responde de sus actos ante la sociedad y que debe luchar duramente para retener a sus mejores empleados.

Érase una vez... jefes, jefazos y jefecillos

Juan José Almagro

Editorial Pearson Prentice

Hall

ISBN 84-205-4626-7

El punto de partida del libro es una anécdota que resume las características básicas que deben tener los buenos jefes. El autor, que ha ocupado distintos puestos directivos en la compañía aseguradora Mapfre, le preguntó a su madre de 91 años cómo creía que debía ser el jefe perfecto y ésta respondió: "Deben cumplir con su obligación, saber crear un ambiente agradable, respetar a sus empleados y hacerse respetar".

De esa conversación, surgió también la definición de jefecillo que provocó incluso un cambio en el título. Los jefecillos son aquellos ejecutivos que, tengan la categoría que tengan, gritan a la menor excusa y se creen siempre lo que no son.

Dando vueltas a esta idea básica, el texto desgrana esas virtudes del buen jefe, en algunos casos de forma un tanto desordenada. Algunas caen por su propio peso, aunque hay muchos jefes que se olvidan de ello. Un ejecutivo debe dirigirse siempre a sus empleados con educación, respeto y sinceridad porque, según el autor, de las malas maneras al acoso laboral sólo hay un paso.

El libro, que es el segundo sobre liderazgo que publica Almagro, es

el resultado de la experiencia del autor, que ha sido entre otras cosas presidente de la Unidad de Recursos Humanos. Aunque cita diversas encuestas, estudios y artículos sobre la cuestión, el texto está muy lejos del tono académico, se lee con facilidad y tiene momentos divertidos.

La experiencia no sólo sirve a Almagro para analizar el problema. También intentar resolverlo. Para cambiar la situación actual, para hacer desaparecer a los malos jefes, el autor propugna incrementar y mejorar la formación que reciben estos mandos medios. Y confía en que acabará apareciendo un nuevo modelo de jefe, más humano, más acorde con los nuevos tiempos y con las necesidades de la empresa y los empleados.

La reflexión sobre estos nuevos jefes queda recogida en un decálogo, cuyo objetivo no es que se cumpla, sino hacer reflexionar al lector, si es un mando intermedio en una empresa, sobre todo.

En primer lugar, los jefes deben querer serlo y saber por qué quieren serlo (es habitual que muchos jefes lo sean porque se ven obligados a seguir progresando no porque lo deseen en realidad); respetar a los demás y a sí mismos; ser tolerantes; tener ganas de aprender y de enseñar; ser innovador; tener capacidad para delegar algunas funciones en sus empleados; comunicar bien para que ningún subordinado se lleve a engaño; ser leal y estar comprometido con la empresa, con el proyecto que se le haya encomendado y con sus empleados. Y dar ejemplo. Si el espejo en el que se miran los jefes del futuro es un ejecutivo que impone el terror es probable que ellos repitan sus pasos.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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