"La sociedad civil está por hacerse"
Pregunta. Lo que ustedes han hecho con la Casa-Palau Joan de Valeriola en el barrio de Velluters de Valencia no es habitual.
Respuesta. No en España.
P. El edificio que ahora alberga este singular espacio artístico privado abierto al público iba a ser derruido.
R. Estaba en ruinas y a los tres o cuatro días de comprarlo el Ayuntamiento de Valencia nos notificó la orden de derribo. Sin embargo, en su interior tenía un valiosísimo artesonado gótico y otros elementos arquitectónicos de interés y conseguimos frenar el derribo.
P. ¿Lo salvaron con el objeto de convertirlo en la sede de la fundación Chirivella Soriano?
R. Desde que lo adquirimos la idea era destinarlo a esto. Era una idea antigua. Queríamos hacer algo por el casco antiguo, salvar un edificio singular y que albergara la colección de pintura que hemos ido comprando como coleccionistas desde hace muchos años. No tiene mucho sentido comprar cuadros que no puedes colgar y no puedes ver ni tú ni nadie, y de ahí surgió la idea de buscarle un espacio para enseñarla.
P. No conciben el arte como un producto para el consumo privado.
R. De ninguna manera. Coleccionar obras que valen mucho y que, además, se van revalorizando no tiene ningún sentido si la gente no lo puede ver y si no se le explica para que lo entienda. También pretendemos que otras colecciones que existen en Valencia puedan disponer de este espacio para ser mostradas. Además, nuestra apuesta es ser un campo de investigación de las artes plásticas, por eso la parte de abajo del edificio está destinada a las instalaciones y a los audiovisuales.
P. Háblenme de su colección.
R. Cuando se es coleccionista hay que tomar la decisión de dónde empieza. Nosotros decidimos empezar por el final de la posguerra, o el inicio de la modernidad, que es 1957, con los grupos Parpalló, Equipo 57 y El Paso. Está centrada en el arte español y llega hasta el momento presente, aunque para mantener un cierto rigor histórico, a menudo hemos tenido que renunciar al gusto personal.
P. La gente prefiere irse de viaje que impulsar una fundación cultural. ¿Por qué lo hicieron?
R. Siempre hemos sido personas de proyectos. Hicimos el primer barco con Marcelino Botín, el Zurich, porque nos atraía su diseño revolucionario y transgresor. Y ahora el proyecto era abrir un espacio en la ciudad y acercar a la gente de una manera sencilla y asequible el arte contemporáneo, que es un arte muy mal explicado. Además, las fundaciones son necesarias en la cultura. En los años setenta era necesario el apadrinamiento de las instituciones porque no había nada, pero ahora tenemos que emanciparnos. La sociedad debe mantener sus propios actos culturales y fundaciones.
P. ¿Su ejemplo aislado es un síntoma de la debilidad de la sociedad civil valenciana?
R. La sociedad civil está por hacerse. Existe una falta de sensibilidad a la proximidad de la cultura. La cultura se ve como algo lejano. Hay muchos museos pero no están próximos a la gente. La idea es contribuir a la proximidad, que entrar a ver una exposición sea tan normal como comprar un periódico. La fundación ofrece más cercanía porque la operatividad de un centro pequeño es mayor. Hay, además, una implicación con el barrio de Velluters. Queremos que vuelva a haber niños en Velluters.
P. ¿Cuál era su vinculación con el barrio?
R. Ninguna, que era la zona más degradada de Valencia y buscábamos un palacete que pudiera servir al proyecto.
EN DOS TRAZOS
En un gesto sin precedentes, el notario Manuel Chirivella (Valencia, 1957) y su mujer, Alicia Soriano (Valencia, 1958), acaban de abrir al público un espacio privado para acercar el arte contemporáneo a los ciudadanos e investigar sus nuevas tendencias. Para ello, además de poner su importante colección de pintura española contemporánea, han rehabilitado un palacete en el degradado barrio de Velluters en Valencia, la Casa-Palau Joan de Valeriola, una muestra del gótico que han salvado del derribo y que han convertido en sede de la fundación Chirivella Soriano.
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